miércoles, mayo 16, 2007

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Expediciones rápidas a las Vistillas después de confirmar que algunos bares de Huertas no están lo suficientemente llenos como para cenar y descubrir que medio Madrid ha tenido la misma idea que nosotros.

Llamar por teléfono improvisadamente a tu hermana para descubrir que va de camino al hospital a discutir con médicos, enfermeras, anestisistas y todo bicho humano pululante por la clínica en cuestión el nombre de su inminente primer hijo.

Excursiones rápidas a Metropolitano para ver la cara del que estrena un nombre improvisado y darte cuenta de que (aunque sea por quinta vez) hay hechos que te seguirán poniendo al borde del lacrimeo pastelero y que en ese momento poco te importa.

Volver tarde, corriendo y con llamadas de los que esperan para, otro año más, descubrirte el cesped, la orquesta, el bailoteo, la carcajada y la seguridad al margen de que cruces o no la calle.

Acostarte tarde, con ganas de más, sin sueño y con una sonrisilla en la boca pensando en hacer malabares cuatro horas más tarde para volver a disfrutar de menos minutos para ti y algunos más para los demás.

Madrugar para hacer visitas tempranas y rápidas antes de que las aglomeraciones impidan que Marco y sus creadores te puedan prestar ese poquito de atención que tu ego necesita para sentirse a gusto.

Desplazamientos a pueblos madrileños retrasados por mi resistencia a perder de vista a Marco y por la rapidez natural de los medios de transporte madrileños. Nos perdimos la salida de la carrera pero no todo lo demás. Absorvimos el sol y todo lo asequible y volvimos a Madrid con más alegria que la que habíamos transportado a mediodia y dejando por el camino a alguno que tampoco tenía dias libres ni tiempo para terminar de bordar el fin de semana de San Isidro.

Terrazas, cañas, charlas sobre quién hizo qué y quién sigue siendo lo que fue para no alcanzar ningún tipo de compresión sobre las situaciones pero quedándonos mucho más tranquilos por decírnoslo.Y más charlas y más cesped y más detalles que normalmente no contamos, y la grata y esperada sorpresa por saber que todavía nos quedan cosas por contarnos.

Más madrugar para ir a que alguien haga algo con la melena tipo medusa para que se vaya preparando para el sábado...y después más carreras a ver a Marco y a sus señores creadores y darte cuenta de lo bien que lo han hecho los jodios!. Y cogerle, y achucharle todo lo que el miedo a romperle te permite, y vestirle y hablarle mientras su santa madre anda gruñendo sus nuevos e improvisados conocimientos sobre qué hacer con los bebes y comenta las sesiones de visitas hospitalarias.

Y a pesar de Marco hay otros más que piden y a los que prometes. Así que al llegar a la feria Alba no quiere ni oir hablar del tren de la Bruja mientras su madre, su hermano y yo miramos alucinados por motivos diferents a una Bruja musculada y saltimbanqui que acapara toda nuestra atención. Y lloros por querer más y charlas para explicar que no se puede y preguntas del tipo : "Tia ¿sabes lo que es un Capullo?".... la respuesta era, según Alba; "lo que es antes de ser mariposa" (la que podría haber sido es que si quiere ver uno por lo visto alguno se dedica temporalmente a poner copas en esa misma calle).

Y había que cenar y dedicar algo de tiempo a devolver documentación, ropa y algo de conversación sobre amistades, paseo nocturnos por las calles festivas de Madrid y batallitas varias a algún escritor abandonado durante un fin de semana poblado de eventos.

Y el Martes a trabajar, que los festivos locales me los como con patatas, tras despertarme con una carcajada por esas cosas que se dicen en los buzones de voz ajenos y a disfrutar de que, a pesar de tener un trabajo basura, me gusta con quien lo comparto. Y después más San Isidro, menos cruzar la calle, un Victor (otro) sorpredentemente hablador y despedidas varias que ya no sabemos cuando vamos a volver a vernos ni si vamos a cumplir todos los planes que hemos hecho (y es dificil si alguno odia Madrid en verano!).

Y después..... la música y yo.


Hay semanas en las que no paras y cuando te sientas y te tomas tus (aunque sean...) veinte miserables minutos para estar contigo (que no es poco) te parece que ha pasado una eternidad desde la última vez que decidiste, así sin más, pasar veinte (aunque sean...) miserables minutos contigo mismo.... e intentas hacerte un rápido resumen sobre por qué has tardado tanto en tomarte esos veinte miserables minutos...y te das cuenta de que ha merecido la pena, claro.


Por supuesto, nuestra primera foto juntos

6 comentarios:

david dijo...

De abandonado nada. Y mira que me das pie para quejarme y que me gusta quejarme, pero el rigor es el rigor, de abandonado nada.

Alf dijo...

Guap@

Yayo Salva dijo...

Llevas una vida muy ajetreada, intensa. Tómate un respiro decuando en cuando, de más de 20 minutos.
Saludos.

ROSA dijo...

Coincido con el yayo salva!
Esos 20 minutos que sean más a menudo (aunque, claro... a ver cuándo yo me aplico el cuento también...)

*V* dijo...

Ya, ya, ahora finge y luego me acusas de abandono V_V
Gracias Al ^_^
Si, lo intentaré Yayo porque la verdad es que merece la pena darte esos homenajes para ti mismo. Me alegra verte de nuevo en activo por internet! Un saludo
Nada Rosa, cuestión de propósitos y de ponerte como "deberes" veinte minutos de uno mismo diarios.

david dijo...

Te acuso por tocarte las narices. Pero el rigor es el rigor. Y aunque el viernes nos abandonases porque prefieres ir con otra gente al Gruta 77, como quedó probado tras nuestro intenso debate, hasta ese momento nos estuviste soportando, y eso no es abandono corazón.

Como mucho te acusaría de no hacerme ni puto caso, porque eso de tener que repetirte después todos los temas de conversación del paseo porque no recordabas ninguno da que pensar v_v

Hmmm, 20 minutos para uno mismo... ¿Puede uno centrarse en partes concretas de su anatomía? Es por unificar tiempos, ja ja.