De fontaneros

No tengo ni idea de cómo dormis los demás pero yo, por mucho que haya intentado tener cierto aspecto digno cuando me despierto, no me acerco ni por asomo a cualquier escena de anuncio de esas en las que el pelo está semicolocado y una rebosa un aspecto apacible y encantador como la mismísima Cenicienta cuando los pajarillos la despertaban. Además para mi el concepto "pijama" es demasiado difuso, tanto que no tengo, termino mezclando lo que en su momento debieron de ser pantalones de chandal con camisetas de mi época adolescente.
Eso explica que mi aspecto matutino sea un cromo (como espero que le ocurra a todo Ser humano) porque se une que mi pelo alcanza las mismas dimensiones que el de Michael Jackson en su infancia, mi pijama está formado por una recopilación de prendas inservibles que deberían de haber sido recicladas hace años y, siendo sábado, se une esa mala costumbre mía de no desmaquillarme cuando llego a ciertas horas. Un cromo, vaya.
Así que eso puede explicar la cara que han puesto los 4 hombres a los que les he abierto la puerta esta mañana.... y es que a mi se me había olvidado por completo que el fontanero, con su respectiva cuadrilla como si de un torero se tratara, me dijo que iba a venir el sábado...bueno, no, es que fuí extremadamente optimista y realmente creí que cuando decía sábado se refería al sábado a mediodia o por la tarde, pero no, claro, lo normal es que fuera por la mañana, a las 11 exactamente. Por eso cuando ha sonado el timbre y he conseguido llegar a la puerta manteniendo el equilibrio con la ayuda de las paredes (yo es que tengo un pésimo despertar) no me esperara encontrarme a cuatro tios en la puerta que, repentinamente después de verme, han puesto la misma cara que el mismísimo Fary cuando comía limones, y no es para menos si lo que te abre la puerta es una tía con el pelo a lo afro, los ojos como un oso panda con conjuntivitis, un pantalón que apunta que vivió mejores épocas en las que fué negro y una camiseta que afortunadamente también es negra y oculta perfectamente manchas de esas que nunca se quitarán.
Tampoco ha debido ser facil para él intentar entablar contacto con el Ser que les ha abierto la puerta, sobre todo porque el impacto que les ha provocado verme sólo le ha permitido decir al lider "somos muchos hombres" con lo que automáticamente se me ha levantado una ceja y estoy convencida de que él ha creido que el oso panda con conjuntivitis y atisbos de haber sido una persona en algún momento indeterminado les iba a comer. Afortunadamente poco a poco he ido recuperando mi humanidad lo suficiente como para indicarles, por señas, donde estaba el baño y dar mi relativa conformidad a que corten el agua, lo que estoy convencida que a ellos tampoco les ha hecho gracia porque todos sabemos que una ducha unos 20 minutos antes de recibirlos hubiera contribuido a una relación mucho más cordial.
Así que cuando han vuelto a llamar al timbre y esta vez eran dos señores que venían a instalar la lavadora, la cuadrilla de fontaneros que pululaban con esa familiaridad que te proporciona el haber superado el momento "oso panda" y el andar trasteando en lo más íntimo de cualquier hogar (osea, el baño), se han encargado de hacer de estupendos anfitriones mientras yo seguía comunicándome por señas e intentando que el café hiciera efecto para poder leer todos esos papelitos que me daban para que diera mi conformidad con sabe dios qué.
Esto, sin duda, está muy bien para desarrollar la empatía, por lo menos ya se que siente el oso panda al ver a tanto desconocido pululando a su alrededor y poniendo esa cara tan extraña que se te queda cuando se mezcla el miedo y el cachondeo.