miércoles, diciembre 12, 2007

Niños


Torturamos a los niños. Si, lo hacemos de forma sibilina pero les estamos constantemente torturando, desde bebes. Desde el momento en el que tenemos cerca un bebe sentimos la enorme necesidad de ridiculizarle, incluidos los padres. Ya de por si debe ser profundamente humillante no controlar tus necesidades primarias como para que además esto se convierta en algo públicamente celebrado, imaginaos la humillación que debe suponer estar ahí, sentado, tan ricamente, intentando hacer saber a la persona (una persona, no mil) que si te puede hacer el favor de limpiarte porque, ejem, es un poco molesto tener algo que, aunque al principio pudiera resultar una plasta calentita relativamente agradable, se está convirtiendo en algo arcilloso que te provoca cierto malestar. Cómo tu eres un ser aún profundamente limitado, al principio intentas llamar su atención lo más discretamente posible moviendo las manos, carraspeando, diciendo los pocos monosílabos que sabes..... pronto aprendes que el Ser adulto carece de la atención necesaria y sabes que lo único que te queda es gritar o, incluso a veces, berrear.

Esto en privado no tiene más consecuencias pero ¿y cuando hay público?. Bien, cuando hay público no sólo te va a cambiar el pañal la persona responsable en cuestión sino que eso se va a convertir en un acto social multitudinario, o lo que es lo mismo, montones de cabezas mirándote y hablando sobre tu colita/rajita/el diminutivo más vergonzoso y hostil que se les ocurra y haciéndote todo tipo de aspavientos/cosquillas/pedorretas/medios para mosquearte, eso explica porque hay muchos bebes que prefieren aguantar todo lo posible con el pañal sucio antes de que el responsable llegue diciendo eso de: "pero porque no me has avisado tontorron?!" y monte un circo en donde la atracción primordial eres tu (y tu cada vez mayor sentido del ridículo).

Pero no se trata sólo de torturas esporádicas, no, las torturas las sufres desde el primer momento, como un cuenta gotas, pequeñas escenas vergonzosas que tienes que afrontar, aunque sabes que no estas sólo, que son todos los bebes los que lo sufren porque es difícil que alguno de ellos se libre de la ropa. Por algún extraño motivo disfrutamos enormemente poniendo ridículos a los bebes. Vamos a las tiendas, miramos la ropa y siempre nos parece "monisimo" lo más hortera y lo más ridículo de la tienda: sudaderas con capucha y orejas de gato, o orejas de conejo, o orejas de Mickey...patucos con cascabeles, pantalones en los que les cuelga un rabito por la parte de atrás... ¿realmente nos pondríamos nosotros eso? no, por supuesto, pero si tienes un Ser al que puedes manejar y que no se queja (porque aun no sabe) le vas a hacer mil perrerías mientras canturreas eso tan común de "es que está tan gracioso"...claro, el bebe estará pensando que porque no te compras un mono y le dejas en paz (los monos, por su parte, están muy agradecidos de que les hayamos dejado en paz para poder putear a nuestros propios cachorros).
Que aprendas a hablar, a andar, a moverte o incluso a semi razonar tampoco te libra de esa tortura constante a la que los adultos deciden constantemente someterte, es más, el adulto es un ser que se adapta a las circunstancias: ¿has aprendido a moverte? bien! pues haz ese baile tan ridículo que te he enseñado delante de toda la familia para que todos podamos reírnos y decirte lo gracioso que eres. Si estás aprendiendo a hablar y tienes algún fallo repetitivo nos encargaremos de que lo repita cien veces para poder reírnos a conciencia de lo monas que quedan las palabras en una personita que no sabe decirlas (por experiencia propia os digo que no hay mejor terapia para aprender a decir la "s" que la tortura familiar!). Lo dicho, les torturamos constantemente.
Por supuesto, incluso cuando hayas crecido, habrá pruebas de todo ello para continuar con esa leve y constante tortura: desde tu más tierna infancia existirá un importante archivo gráfico sobre todas las situaciones más insospechadas de tu vida ("mira, y aquí está en el baño...y esta es cuando estaba vomitando...mira que colita más pequeña que tenía...y esta es de cuando se cayó por las escaleras y se hizo un brecha...y esta otra de cuando se disfrazó de ovejita para la función del cole...").

No me extraña que cuando crecemos no recordemos practicamente nada de nuestra infancia, por lo traumático, claro.

10 comentarios:

Pipilota dijo...

Y como ejemplo pones una foto infame de una pobre criatura que parece que está a punto del coma etílico ¿no?

Eres mala Muriel ;P

Además no sé que tiene de malo la ropa de los niños, yo si veo a un niño vestido de persona mayor me da un poco de repelús. ¿Te imaginas ese niño (sí el de la foto) con un traje y con una minicorbata? ¿te lo imaginas con unos vaqueritos minúsculos y una camisita de cuadros?
brrr.
Claro que esos otros que van llenos de lazos por todas partes son casi que peores.
Uff ahora seguramente tendré unas pesadillas horrorosas. Verás.

Anónimo dijo...

¡qué mala uva tienes! ¡qué es tu sobrino! ¡vaya foto! El pobre tenía días y estaba quedándose frito después de comer.

En cuanto a lo de la ropa ¿me dirás que no está mono el niño con la sudadera de mickey con sus orejas y todo? jajajaja. Aprovecharé ahora que luego crecen y no se dejan hacer nada.

Y pon una foto en la que salga bien, capulla.

Besos

Pipilota dijo...

Sí sí, Susi, hazte la ofendida pero no me creo que no hayas sido tú la primera en partirte cuando viste la foto. :D

El pobre está tan horrible que no lo había reconocido y eso es porque en las otras fotos que ha puesto Vero, aparece como el niño más guapo del mundo... boing re-boing boing.

Anónimo dijo...

jijijiji... vale ¡me has spillado!

sí me reí un montón, es que tiene una cara de colgao ...

Lo mejor va a ser cuando crezca y se la enseñemos a sus amigos jajajajaja.

Besos

*V* dijo...

Mira que nos conoces bien Pi! XDD
La culpa de la foto la tiene la madre de la criatura que me la enseñó partiéndose (a su forma, ya sabes, como lo de las moras)....
Además que el niño es guapo lo sabemos (objetividad que tengo :D) pero que a veces termina hasta las pelotas de nosotros tambien lo sabemos, para muestra la foto!
Vaya dos...que pena haberme perdido lo de las moras XD)
Besos!

david dijo...

Es una ley no escrita que el amor de los padres es una cosa humillante, pero sin mala intención. Se emboban, se vician con los "ayyy" y las palabras que empiezan por "chucurrucu" y se les va, se les va. Vamos, yo no les guardo rencor a mis padres por las perrerías que me hiciesen ni, por cómo salgo partiéndome la caja en las fotos, parece que entonces lo tuviese. Luego, más tarde, pues sí, por cierta chaqueta que mi madre me hacía ponerme conjuntada con unos pantaloncitos cortos que hacían de mí la risión del vecindario, pero yo lo sobrellevaba estoico. A mi madre le hacía feliz, pues venga con ello.

Y Susi, discrepo contigo. Yo, que soy mayor, aún me dejo hacer muchísimas cosas, de las cuales seguro que te puedes imaginar unas cuantas, así que omito la lista de ejemplos de los que el primero empieza con las silabas fe y la.

ROSA dijo...

Jajaja, ahora se de donde me vienen todos mis traumas!! Gracias por ahorrarme el piscoanálisis! ;X

*V* dijo...

No se yo si pasarte una factura por ello guapa! jajajajaja

Anónimo dijo...

looooooool. yo tengo una sudadera con la capucha de orejas de gato. no me mola nada la reflexión sobre niños.

Anónimo dijo...

looooooool. yo tengo una sudadera con la capucha de orejas de gato. no me mola nada la reflexión sobre niños.