lunes, enero 14, 2008

Leer es entender


No somos originales ni lo seremos nunca porque en el fondo todo lo que somos procede de tantos sitios y tantas personas que es difícil saber que es propio y qué no.

Yo soy profundamente influenciable, soy consciente de la poquita personalidad que tengo, una pena, lo sé, pero a mi todo me influye, con filtro si, pero todo lo que pasa ese filtro me aporta algo nuevo que me influye y me cambia, en cierto modo. Cómo a mi eso del cambio me parece estupendo porque la estabilidad hermética y usada como verdad universal, y más a lo que a personalidades se refiere, me parece un atraso y una bonita excusa para justificar el miedo, es fácil influenciarme.

Cómo en todo hay medidas, no todo el mundo me ha influido igual, claro. Así que mi primera gran influencia, al margen de las figuras psicológicas básicas en torno a la familia y el entorno más cercano (que bonita frase para explicar la homonimia o lo que sea), fue mi profesora de literatura (que típico, lo sé).

Mª Pilar Vega Arias (creo, mi memoria de pez me impide hasta recordar los nombres de mis ídolos vitales) se plantó el primer día de clase de literatura de 1º de BUP para explicarnos que "leer es entender" y que "subrayar es resaltar por eso no se subraya a lápiz", para romper con el tabú de que los libros no se pintan porque ella quería los libros "machacados, destrozados, resaltados, que se note que habéis intentado entender, porque un libro cuando se ha leído no cruje cuando lo abres si no que se le caen las páginas y da penita verlo" y porque ella no quería ver un libro de Larra con una encuadernación de lujo que quedara bonito en la última estantería típica de catalogo porque el mayor crimen que puedes cometer contra un libro es limitarlo a elemento decorativo.

Así que "marilar", desde el primer día de clase, asesinó el programa del curso y en lugar de seguir los criterios curriculares establecidos por algún ministerio empeñado en aborregarnos, empezó repartiendo artículos de los periódicos diarios para que explicáramos lo que leíamos para terminar, en 3º de BUP, exigiéndonos que criticáramos hasta al mismísimo Cervantes. Exigiéndonos que leyéramos, de verdad. Nos enseño a leer entrelíneas, a contextualizar, a realizar una crítica, a asociar, a pensar en definitiva.

Era una arpía,una zorra integral que si podía te dejaba en ridículo a la mínima de cambio con aquel "disculpa ¿cual dices que es tu idioma materno?" o cualquier recurso que sirviese para bajarte los humos y eso la convertía blanco fácil de la crítica adolescente. Y ella lo sabía, lo explotaba y conseguía que nadie faltara a sus clases, que nadie emitiera ni un ruido y que todos, al margen de las críticas, intentáramos entender, porque ella alimentaba esa parte de nosotros que se había salvado de la invasión hormonal, porque nos hacia darnos cuenta de las personas que podíamos llegar a ser.

Sus exámenes con apuntes y con todo el material que quisieramos nos demostró que si no dispones de las herramientas necesarias en tu cabeza da igual todas las facilidades que te puedan dar porque nunca vas a saber aprovecharlas. Nos enseñó que memorizar es inútil e innecesario si no sabes utilizar esos datos correctamente. Aprendimos, sin duda, que en letras también hay que razonar, que la literatura no es un capricho ni es fácil, que la palabra tiene trascendencia y que no siempre se está diciendo lo que se cree que se está diciendo. Entendimos que no se trata tanto de haber leído muchos libros sino de haber comprendido todos los libros que hemos leído. Nos dio la posibilidad de convertirnos en pequeños críticos, en aprendices de Persona.

Mientras nos informaba de que Literatura no es cualquier cosa aunque muchas veces cualquier cosa pueda entenderse cómo Literatura por ese fervor que implican y marcan las modas y el intelectualismo, nos daba los instrumentos necesarios para seleccionar, para entender, para convertirnos un poco más en unas futuras personas mejoradas.

Y resulta que diez años después, cuando ahora eres tu la que utiliza eso de "leer es entender" y aparecen en tu cabeza, cada vez que argumentas, imágenes de aquellas fotocopias que nos daba con todo tipo de textos , te das cuenta de todo lo que una persona puede influir sobre otra y de lo mucho que te alegras de haberte cruzado con determinadas personas en tu vida.

Y no lo niego, me encanta poder presumir de haber tenido en el instituto una Profesora, en mayúsculas.
Sí, si, por si quedaban dudas es la semana de las pajas mentales.

16 comentarios:

io dijo...

Justamente, Marilar la mejor profesora del instituto. Coincido a pesar de lo puñetera que era. De hecho la poca sabiduría residual que me queda es gracias a la literatura que enseñaba

Anónimo dijo...

Uhm. Me alegra saber que en este gremio al que pertenezco hay gente tan, por lo que decís, buena (en el sentido laboral).

Supongo que lo mejor que puedo decir sobre mí como profesor es que hago lo posible por que mis nenes utilizen la cabeza y piensen por sí mismos. Que creen cosas.

De momento, soy aún bastante novatillo.

*V* dijo...

Es verdad, era la mejor, aunque el de Filosofia tenía su aquel ¿eh? y seguro que de él, si nos esforzamos, conservamos algo de sabiduría aunque sea por el uso de ese "Respetable" tan andalú XD
Pues yo creo Jan, que a tus alumnos lo que les quedan son años para poder reconocer todo lo que esten aprendiendo, es lo malo de estas cosas, se reconocen tarde ;D

sti dijo...

Curioso. Mi profesora-pilar también se llamaba Pilar. Era mi profesora de filosofía y, después, de latín. En clase de latín, sólo éramos 2 alumnos. Así descubrí que no era una zorra gélida, sino una mujer de carne y hueso, con un sentido del humor tan negro e inteligente, que te dejaba pensando una semana.
Para acabar de idealizarla más aún, se murió años después de que yo acabar el cole. Cáncer de pecho. Una putada para el planeta tener que pasar sin ella.

Anónimo dijo...

Buah, yo siempre quise tener un profe así. En plan como mezcla del tío de "el club de los poetas muertos" y el señor miyagui. No obstante me tuve que conformar con un bestia de extremadura que me daba palizas (Don Bernardo Urraco Cardeñosa para más señas) y que hizo de mi el sociopata desapegado y escéptico que soy en la actualidad. (Lástima que el delito haya prescrito). Tanta ostia con tanta regla de madera y tanto tirarme contra los pupitres generó en mi cierta reticencia hacia el bicho racional (no incluyo grandes simios a pesar de que ZP se me enfade ¿o no?) y ello me lleva a pensar que recuerdos tan idealizados de gente que acabó sus días impartiendo clases a adolescentes hiperhormonados no responde a una realidad, pero insisto, esto es porque soy un hijoputadescreidoamargadoytorturadopormisexcesosylosdelrestoyquemedestruyoamimismoparasaberquesoyyoynotodosellos. Y esos rollos de sensei/alumno me parecen folletines.

Smith

*V* dijo...

Idealizar a personas así no es dificil, a mi me gustaría pensar que no sólo influyó en los cuatro gatos que esperábamos algo más que ir a clase para aprobar. Y es bueno saber que hay personas como ella repartidas por las aulas!
Cielos Smith, me empiezo a crear una visión bastante cinematográfica de tu infancia...bueno, folletines de este estilo son los que hacen que con los años no te canses de ver a Sidney poitier en modo "maestro-salvador" y que luego Michelle Pfeifer te sepa a poco. En cualquier caso, más que compararla con el sr miyagui yo diría que tienden a ser como una interpretación alternativa de la bruja de Blancanieves.

david dijo...

Ah, mi profesora de literatura era un tostón, nos hacía copiar fooolios y fooolios y fooolios de algo que no recuerdo ni qué era. Lo que supongo que dice algo de su método educativo. Pero a mí me gustaba su clase. Podría decir que porque leíamos y tal, y mandaba libros chulos, y también sería cierto, pero sobre todo era porque llevaba unas faldas de escándalo, estaba tremenda y desde mi sitio, con suerte, se le podía ver algo de ropa interior.

A mí la que más me gustaba, en todos los sentidos de la palabra, era la profesora de filosofía. Que era una profesora increíble, que una vez nos pidió a cuatro amigos que, como favor personal, dejásemos de discutir con ella de religión y fé y demás, y que también estaba tremenda.

Las fantasías eróticas que tuve yo con la Fuencisla, buf.

Anónimo dijo...

Yo tuve mi maría Pilar, solo que se llamaba Pedro , y fue en la facultad. Lo que nos hizo sufrir... nos hizo hasta leer...¡Los miserables! Nos tuvo acojonados durante todo un año, y al final resulta que es verdad lo del síndrome ese de los secuestrados, al final acabas encariñándote del secuestrador. Es uno de los 5 profesores que elegimos para que apareciera en la orla.

Anónimo dijo...

esa de antes era yo

*V* dijo...

David....¿que me queda por decir a estas alturas sobre tu testosterona? XD
Sip Blanch, yo siempre he estado convencida de que el síndrome ese es real (eso o que tengo un punto masoquista super chungo!)
O_O ¿te has leido "Los miserables"?...^_^ sabes tantas cosas!!;*

Anónimo dijo...

Este comentario va para el Smith ese. Yo tuve a ese profesor y es y era, es estupendo, tu te atreves a dar su nombre, tú ni siquiera a dar el tuyo, eres un gilipollas, que posiblemente estes para el manicomio. Imbécil.

Anónimo dijo...

Smith, te conozco yo estudie con D. Bernardo era fenomenal, y tú eres una puta mierda, cuidate chaval de que no te vea por ahi, gilipollas de mierda.

*V* dijo...

Srs Anónimos, tranquilidad, que es bastante probable que debido a la fecha de publicación Mr. Smith no vaya a leer esto.

Anónimo dijo...

Alguien sabe que fué de Marilar??? Yo también fuí de los afortunados que dieron clases con ella en el Padre Juan de Mariana de Tlavera de la Reina en el curso 76/77.

Anónimo dijo...

Smith eres un gilipollas, mal nacido. Da tu nombre cabrón que no tienes huevos para dar tu nombre pero si el de ese hombre. Dalo hijo de mala puta

Anónimo dijo...

Yo también le conozco ese hombre es un fuera de serie, como persona y como profesor