martes, febrero 05, 2008

De Ex



Forma parte de nuestro recorrido vital. De la misma forma que aprendes a andar, que debes tener traumas de la adolescencia, que debes tener un amor platónico que siempre será platónico (porque cuando deja de serlo es una decepción), que debes tener una muy mejor amiga con la que compartes traumas, drogas y hombres y que debes sentirte siempre original e incomprendido, todo bicho mediocre que se precie debe tener un Ex.

Me refiero. El Ex por definición no está dentro de ese grupo de ex-algo con los que todo ha seguido un ritmo y un ciclo normal y con los que te puedes tomar mil copas sabiendo que afortunadamente ciertas cosas han desembocado en una estupenda amistad. No, con el Ex por definición se han quedado mil cabos sueltos y, por más que pasen los años, parece que esos cabos nunca se terminan de atar y son los causantes de todas tus inseguridades y traumas de la pseudo madurez.

Los hay de gustos y colores, el mio es un imbecil que me jode la media. Ya no puedo decir eso de "yo con todos los tios con los que he estado me llevo bien". Mentira, gracias a él yo ya no puedo decir esa frase tan chula que te presenta ante los demás como un ser angelical, desde hace tiempo debo añadir a esa frase "excepto con uno". Normalmente intento no añadir más información al respecto porque a ver cómo explicas que ese uno tiene tu foto en una diana con la que se entretiene habitualmente tirándote dardos, eso no te da imagen angelical para nada porque en la mente de tu interlocutor siempre queda ese pensamiento de "a saber que le harias al pobre hombre". Pues nada, la verdad, pero claro cuando empiezas ciertas historias que ni te planteas que vayan a durar años mucho menos te planteas que vayan a terminar casi como un drama griego.

Y es que además, como decía algún estribillo lírico popero pastelón de hace unos años, cuando algo largo e intenso termina y encima termina mal no sólo te planteas como se reparten los amigos que de repente son comunes, personales e intransferibles ( y se empiezan a montar unos cismas inmensos cada vez que hay que hacer cuadrantes para salir un fin de semana, lo que por otra parte en ese momento necesitas enormemente), sino que te repartes de alguna forma también los lugares, sobre todo cuando vives en una ciudad que hasta ahora te parecía enorme pero que después de una historia así se convierte en tu propio laberinto del comecocos en donde te pasas media vida correteando para no encontrarte con alguien.

Así que he pasado cuatro felices años sin tener este problema en concreto, salvo alguna vez en la que me hayan sugerido sutilmente que me cambiara de acera en las fiestas de mi barrio o que, azares de las ciudades, te encuentres al implicado en cuestión en su coche parado justo en el semáforo por el que tu vas a cruzar en pleno centro de Madrid (eh...esa situación acojona porque da la sensación de que lo mismo le apetece acelerar en lugar de frenar!). El hecho de que él se quedara con la custodia de los amigos ha facilitado enormemente este hecho, claro. El hecho de que años después los amigos crezcan y renuncien a la custodia, facilita también el hecho contrario.

Así que el sábado como andabamos de celebración y yo estaba más embebida en brindis que en el control de zona que hace años que no sigo explica que así, sin más, me diera cuenta a eso de las 2 de la mañana de que llevaba dos horas exactamente en el bar al que va habitualmente mi Ex (le podeis llamar El malo, si quereis, yo lo hago, me hace gracia jajajajaja). Me di cuenta por detalles sutiles: empezaron a aparecer sus nuevos amigos, mi mejor amiga empezó a poner cara de pánico y a preguntarme compulsivamente que si estaba bien.

A ver, te diré, yo estupendamente, a punto de ponerme a bailar la conga si hubiera sido necesario, saludando amigablemente a Brutus (tu también, hijo mio... que ya estaba yo feliz de la vida para saludar a expertos en puñaladas) y con un optimismo desbordante... y no, no es que estuviese borrachisima y no me estuviese enterando de nada, es que hace tiempo que no le doy importancia y me suele hacer bastante gracia porque, desde mi punto de vista, ya estamos creciditos para ciertas tonterias, sobre todo tonterias que le puedan joder la noche al personal. Además, en caso de que le hubiese dado por aparecer, el problema sin duda no hubiera sido mio, me parece que bastante derroche de educación y elegancia he hecho durante unos cuantos años ahorrandome ciertos detalles mientras que aquí el martir en cuestión se ha despachado a gusto creyéndose películas y publicándolas como para seguir jugando al escondite y que siempre se la ligue el mismo.

Pero no, no apareció, y en el fondo se te queda cierta cosilla morbosa dentro con tanta expectativa creada y con tanto asombro en el personal. Y es que a fuerza de verte arrastrar la culpa y de autoconvencerte de que quizás si que seas la mala del asunto, te lo crees hasta tal punto que te metes en el papel, y tiene su morbo ver la cara de cierta gente cuando te ven en un bar en el que, implicitamente, no puedes estar. Y hasta te dan ganas de comentar, amigablemente, que les comenten a los dueños del bar que se les ha olvidado poner mi foto al lado de una señal de prohibido el paso.

Cuestión de ironía.... en general. Total, si es que es algo que ya debería de dar igual, mira que le gusta a la gente alargar los dramas inexistentes en el tiempo y vivir de ellos hasta el fin de sus días, que enfermizo tanto rencor, por dios, que agotamiento, si es hasta eso me da pereza!. Si por cosas tan nimias se montan ciertas historias lo que me extraña es que aún nos sorprendamos con algunas guerras.

6 comentarios:

Verónica dijo...

"El innombrable" ... Es el término que yo utilizo.

En la primera etapa, porque pronunciar su nombre duele tanto que no se puede soportar.

En la etapa intermedia, porque el odio acumulado impide cualquier mención que tenga que ver con su persona.

En la última (ésta es la mejor), porque, una vez superado, ¿para qué coño acordarse de él?

Pues eso .... así lo llamo yo. Eso sí, el término no es mío, me lo "prestó" un argentino estupendo con el que tropecé en un pasado lejano de mi vida.

Pipilota dijo...

Esa es la idea... y más después de ¿¡cuatro años!? pero chica que le hiciste?... pobrecito XD

Como iba diciendo, esa es la idea, una enorme pereza por preocuparse por problemas que no son tuyos es la mejor opción para normalizar tu vida de una puesísima vez.

Qué les den a los mártires martirizantes.
He dicho.

ROSA dijo...

Vaaaaya...
Estoy completamente de acuerdo contigo.
Eso de que te lleves bien con tu ex... es mentira!!
Yo no lo he vuelto a ver nunca. Y espero seguir viviendo así. O eso, o le robo la cartera por los 3000€ que me debe!!

*V* dijo...

jajajaja...bueno yo reconozco que no le llamo o que le sigo llamando por su nombre, la verdad. Pero sobre todo porque, al margen de todo, le guardo un inmenso respeto simplemente por los años que estuvimos juntos. Eso no quiere decir tampoco que no pueda tener mis coñas al respecto ;D
¿Pobrecito? jajajajaja... doy fe de que no le hice nada, pero es que hay quien se toma las cosas muy a pecho, chica XD
Pues si, pi, yo reconozco que la pereza es mi mayor mal y eso de llevar los rencores hasta la tumba es que me agota!
Rosa...¿3000€? pero tiiiiiiiiiia! eso me supera sin duda! eso si que es para no querer volver a verle! jajajaja
Besos niñas!

sti dijo...

Se me ocurre que sí que apareció en el bar, pero que tú no lo viste, y que en cuanto él se dio cuenta de que tú estabas ahí, se marchó por donde había venido, raudo.
Mi Ex, el único chungo que tengo, se pesentaba en mi casa sin avisar después de habernos separado. Si yo no lo trataba como él creía que se merecía, me hacía lindezas tipo arrancarme la puerta del buzón. Un ser humano de 1ª categoría.

*V* dijo...

La verdad es que si llega a entrar no me iba a dar cuenta, eso seguro, y casi mejor, la verdad, que en realidad eso de encontrarmelo me apetece bastante poco.
Sti, sin duda tu Ex y el mio harían una estupenda pareja en una terapia psicológica.