miércoles, mayo 07, 2008

De Hospitales

estetoscopio


Y no es que me haya visto obligada en los últimos tiempos a tener que sufrirlos (quita, quita..), por suerte llevo una larga temporada manteniéndome bastante alejada de ellos, tanto como paciente, como de visita o de acompañamiento nocturno. Pero algún alma bendita de estás que hacen las delicias de Internet me ha recordado lo interesantes que son esos lugares que nos curan el cuerpo pero que como te descuides se cepillan tu alma.

Quizás por eso, a base de acostumbrarte a ellos, terminas cogiéndoles el punto, la gracia, el encanto o lo que puedan tener de entretenido (ese punto de entretenimiento que me imagino que ves cuando te acostumbras a ese hobbie tan peculiar como es ser residente o visitante habitual en un Hospital) y terminas convirtiéndolos en parte de tu rutina, en un centro más, terminas yendo a un hospital como quien va a la oficina (al fin y al cabo gozan de los mismo suelos impolutos y cristalinos que alguna gran corporación...incluso la gran corporación puede estar más limpia), con la misma rutina. Y es que a todo se acostumbra el bicho humano que para algo prima en él la supervivencia, dicen.

Ser paciente tiene ya su encanto. Tu estás ahí, en la habitación compartida (hablamos de los Hospitales públicos,oigan, que aquí una es humilde y se aprovecha del INSALUD al cien por cien) en donde prácticamente no te mueves de la cama, pero no por los dolores o molestias que puedas tener sino porque alguna gran mente pensante decidió que lo más cómodo para un enfermo era llevar una bata que únicamente fuera anudada por la espalda a la altura del cuello y que dejara su esplendido y maravilloso culo al aire. Si estás solo en una habitación estupendo, te puedes explayar en la más absoluta de las libertades pero... ¿no se pudieron plantear que los enfermos no son todos eremitas y que reciben visitas? es cojonudo estar en una cama con tu "bata del culo al aire", con tu compañero de cuarto (que habitualmente ronda entre los 150 o los 200 años... es que la que reparte las habitaciones lo hace pensando en que la escasez de ropa de los pacientes no vaya a dar lugar a entretenimientos nocturnos) y con mil visitas que jamás pensaste que ibas a tener (porque, dicho sea de paso, estar ingresado es el momento ideal para ver a familiares y a amigos que ni siquiera conocías) meándote como una campeona pero sin tener pelotas para ir al baño que no es plan que el Tío que acabas de conocer piense que su recién encontrada sobrina es una buscona que va siempre enseñando el culo. Por supuesto, todos los demás si que pueden ir a tu baño, así que cuando la enfermera desagradable echa a las visitas, tu baño (y el de tu compañero, pero él no suele ir porque suele llevar una sonda... suertudo) parece el baño del peor de los bares de Madrid.

Claro que la alternativa al WC es la cuña... bendito invento, jamás he conseguido mear en una de esas por la presión de estar meando en la cama (mi madre me tiene estupendamente educadita, a mi me quedó claro que en la cama uno no mea)en un chisme que a ti te parece imposible que vayas a sacarlo de ahí debajo sin que se vierta todo el contenido encima tuyo.... y mucho menos si eso lo tienes que hacer delante de todo el personal que hay en la habitación. Y es que no, por mucho que insinúes de forma delicada a las visitas que te estás meando estas no se van a ir, no pueden, hay que tener en cuenta que tus visitas (a las que insisto, practicamente no conoces por mucho que se empeñen en enseñarte el libro de familia) y las de tu centenario compañero de habitación están ahí con un claro motivo: comerse los bombones sino ya me dirás que coño pinta allí un señor que, entre praliné y praliné, te pregunta que no entiende como es posible que no te acuerdes de él ...claro, que te dan ganas de contarle que no te acuerdas ni del último tipo con el que te liaste como para acordarse de un señor al que viste por última vez en tu tercer cumpleaños, lo que da repelús es que él sepa quién eres tú y te haya reconocido.....ahora que lo pienso es probable que realmente no sean familiares reales de nadie y sean tipos que van por los hospitales comiéndose los bombones de la gente.

Pero no, no es posible esa hipótesis porque a mi también me ha tocado ser la visita familiar desconocida. Ya no, claro, al alcanzar la mayoría de edad además de dejarme votar me libré de ser la sobrina/prima/x desconocida. Eso solía pasarme con 13/14 años, uno de los métodos de castigo de mis padres era llevarme a ver a la tia-abuela de mi abuela ( o la prima hermana de mi tia abuela o alguna genealogía de estas que se utilizan para evitar decir "alguien a quien no has visto ni volverás a ver en tu vida, pero te jodes") a un Hospital que normalmente solían estar en lo que viene a ser el culo del mundo (para que no tuvieras acceso a otros medios de transporte que no fuera el coche y huyeras con la excusa de que ibas al baño) y aguantar como un clon de Matusalen no para de mentir despiadadamente ("pero qué guapa y que alta estás!si no te había reconocido"... ni yo a usted, la última vez que nos vimos fué el día que nací... y otra coñita con mi altura y me ventilo los bombones enteritos).

Los ingresos de familiares cercanos son infinitamente más agradables porque donde hay confianza da asco, dicen. Así que como mi hermana tira de capitalismo y tiende a operarse en hospitales privados, eso me ha permitido disfrutar mucho más de las estancias sanitarias. Al principio era genial porque me ofrecía a pasar la noche con ella, así que cuando ella se quedaba en modo Yonkie yo me ponía la tele y me tiraba en el sofá cama a ver la tele y comerme los bombones y las pastas que la traían (ella no podía, lo hacía por su bien...). Además, como en ese momento el enfermo está muy sensible y le entra un repentino agradecimiento por todo, cuando hacía algún ruidito nocturno del tipo "ay, me duele" (porque la pobre no sabía decir otra cosa, una pena, un poquito de morfina y muere toda su verborrea legislativa!...) yo la chistaba y ella se quedaba callada para no despertarme.... que mona es ella cuando está sedada!claro que la dulzura la suele durar un día, al día siguiente ya no quiere que me quede... menos mal que para la siguiente operación se la olvida y vuelve a aceptarme como acompañamiento nocturno. Por supuesto esto solo ocurre en los privados, ni punto de comparación con el 12 de Octubre, donde va a parar... el público ofrece al acompañante nocturno una bonita silla anatómica en la que terminas pasando la noche en vela atendiendo al acompañante de tu familiar en cuestión. Lo más, vamos, que terminas la noche con ganas de llamar a un asistente social para que miren a ver porque el Matusalen que han metido en la habitación de tu madre no tiene a nadie que se quede por las noches.

Uy! no paro, si es que me pongo con el tema y no paro y me marco parrafadas sin sentido como esta para llegar a la conclusión que todos sabemos, que no, que no tienen gracia para nada los hospitales, pero bueno, cuestión de paciencia, de robarles el surrealismo que nos despierte la sonrisa y, sobre todo, de ánimo (así que ya sabes! ;D )

7 comentarios:

Yayo Salva dijo...

Me reí a mandíbula batiente con tus historias. Recordé mi quicena de enfermo quirúrgico del año pasado (por estas fechas, precisamente) y me he sentido retratado.
Saludos.

Pipilota dijo...

XD XD XD
snifsnif :')

si no fuera por estos ratitos ^-^

david dijo...

Eres una pequeña Kafka. O sea Kakfa en pequeñito (ji ji ji), ¿eh?, así, en tamaño reducido (jo jo jo), no sé si me entiendes, tamaño mini (ja ja ja).

Y en tía, claro. Dicen. O dices. Al menos vas al baño de las tías y sales sin marcas de bofetones, así que debe ser verdad.

A mí los hospitales no me gustan. Huelen raro y la gente está empeñada en clavarle cosas a uno. La comida, debo ser único, no me molesta especialmente. Pero, y esto es imperdonable, no hay rastro alguno de doctoras tipo Cameron. Snif.

ROSA dijo...

Yu-yuuuuuuuuuuu!!!!!!!! No me gusta ni el olor a los hospitales!!!!!

Verónica dijo...

El "alma bendita" se ha estado riendo un buen rato y te lo agradece infinito.

Sin humor sería imposible pasar por algo así pero es que, además, el tuyo es increíble.

Podría añadir alguna coletilla, como ese momento único en el que te dan el famoso camisón con el culo al aire y, encima, es de talla mini y el enfermo necesita uno mayor. Y tú, con tu famosa paciencia hospitalaria, te acercas a la muchacha de turno y te pones a negociar con ella hasta que consigues que, al menos, la dichosa túnica le tape las vergüenzas al paciente.

¿Y qué me dices del famoso goteo que no gotea? Y tú te acojonas porque, a esas alturas, ya sabes que eso significa un cambio de via y, claro, dependiendo de quien sea el paciente, tienes claro que eso va a significar un cabreo del ocho que te vas a comer tú solita, por estar ahí de acompañante.

O el momento mareo, ese que sufre todo enfermo en un momento u otro, estás en un Hospital, joder, no será para tanto, llamas y alguien vendrá a socorrerte ... Pero no, para nada, el timbre suena y suena y allí o aparece nadie, salvo los acompañantes de los otros enfermos que sólo consiguen ponerte más y más nerviosa ....

Con todo, lo mejor de esos centros de atención hospitalaria, son las noches. Cuando se apagan todas las luces y tienes la sensación de estar encerrada en una mansión de esas deshabitadas y que, en cualquier momento, va a aparecer un fantasma para robarte la poca sangre que te queda ....

Dichosos lugares, increíbles seres humanos, magníficas anécdotas para recopilar en un libro, risas y lágrimas mezclándose sin fín, y uno allí, expectante.

Si no fuera porque tengo claro que ésta no va a ser la última vez (como mínimo, me quedan otras dos similares), lo contaría todo todísimo.

Gracias mil por las sonrisas, por el detalle, por los deseos. Ahora me será mucho más fácil reírme de todo, sólo tendré que pensar en tí y en cómo lo contarías .... Y, hecho, sonrisa inmensa.

sti dijo...

ES que manda huevos lo de las visitas a los hospitales: a ti no te apetece nada ir, y a ellos no les apetece que vayas.
¿¿Por qué sigue la gente haciendo montones de cosas que no quiere hacer?? Te juro que no lo entiendo.

*V* dijo...

Me alegra haber conseguido hacerte reir al recordar la experiencia Yayo, lo bueno es reirse de estas cosas y esperar que no haya que repetirlas ;D

Ay, Pi! si no fuera por estos ratitos nos aburriríamos todos mogollón en el trabajo! XD

Deivid... ¿pequeña Kafka?..jajajaj, en fin pequeño cabroncete a veces incluso me haces reir con tus piropos ;D... y estoy de acuerdo, a mi tampoco me gustan los hospitales y espero no verme ni veros en ninguno!

Rosa! compartimos Yuyu! :D

Me alegro que te hayas reido (o sonreido)Verónica y, por lo que cuentas, tienes material de sobra para ilustrarnos cuando el tiempo, las ganas y los acontecimientos te dejen reirte de ello! así que ánimo, ánimo!

Sti, es verdad, las visitas obligadas ya de por si me parecen una grandisima gilipollez pero es que las de los hospitales me superan!y a mi también me gustaría entenderlo, sobre todo cuando yo misma me descubro haciendo cosas que no quiero!!

Besos a partes iguales!