martes, mayo 05, 2009

De casas, de libros...


Mientras subía las escaleras mecánicas de la estación de metro de Gran vía me planteaba seriamente si la perdida de memoria a mi edad era algo normal. Cuando he salido esta mañana de casa no recordaba haber quedado para comer con Noe, pero he asociado el olvido al hecho de haberme encontrado por la calle a un gran amor televisivo... pero cuando a última hora de la mañana me he mirado el dorso de la mano, he descubierto un asterisco hecho rapidamente a boli (que era mi forma habitual de recordar algo que sabía que iba a olvidar) y he descubierto que no tenía ni idea no sólo de qué significaba sino además ni siquiera de en qué momento de la mañana lo había pintarrajeado...y me he empezado a preocupar.

La parte positiva es que cuando mi compañera ha venido a preguntarme si le he comprado la comida he recordado que significaba el asterisco. Esto añadido a que intentaba saber si había quedado con alguien el viernes o no, porque tenía el vago recuerdo de una conversación pero no la certeza de que hubiera sido hoy, me ha empezado a preocupar en serio.
Todo esto puede explicar que haya entrado en la Casa del Libro ligeramente desorientada especialmente por aquello de intentar saber si es que estaba allí por husmear y a ser posible comprar o si, por el contrario, había quedado con alguien. Y ambas opciones eran ciertas. Así que mientras esperaba que Deivid (que ha tenido el detalle de avisarme por teléfono de que habíamos quedado....) no tardara en exceso en llegar, me planteaba si realmente algo chungo estaba ocurriendo porque no recordaba, para nada, que las estanterías tuvieran esa caótica colocación y he empezado a deambular de forma inconexa de sección en sección convenciendome por momentos de que era imposible que antes estuviesen así, más que nada porque estoy segura de que si hubiera tenido que andar tanto entre Antropología y Sociología mis excursiones a dicho garito no hubieran sido tan satisfactorias.

Y ha sido ahí cuando ha sobrevenido la indignación. Por supuesto las secciones estaban cambiadas porque hubiera recordado, eso sin duda, que a alguna gran mente de este país se le ha ocurrido colocar Antropología al lado de la sección de mitología y esoterismo (olé!), que en un alarde de inspiración dicha mente decidió que Sociología debía estar, a la otra punta, al lado de Medios de comunicación (ein?)y que Historia debía ocupar practicamente el ala entera, aunque para ello haya que colocar de forma intermedia libros de las secciones ya mencionadas.

Y esto tan friki me indigna, por supuesto, porque cuando he bajado para encontrar un alma cándida que escuchara mis quejas (la ausencia de almas cándidas ha hecho que fuera David el elegido) estaba mareada y confusa porque, al fin y al cabo, yo solo quería husmear los libros de una autora en concreto que, para mi propia suerte, estaba dividida en 4 secciones incoherentes e inconexas..... y así hemos podido comprobar que, por si te interesaba leer la contraportada de algún libro, no va a ser posible porque la etiqueta ha sido situada de forma sutil en mitad de la misma.

Como somos gente encantadora hemos, por supuesto, expresado nuestras quejas, cada uno a su forma... yo berreandole mis quejas a David por los pasillos y este comentándole a la señorita que te cobra que quien ha tenido la idea de poner ahí la pegatina. A mi una empleada armada de paciencia y derrochando amabilidad se me ha acercado para decirme donde estaban los libros que buscaba sin necesidad de que yo fuera a preguntarle... la señorita de la caja nos ha informado que las pegatinas las pone una máquina y que ellos también se preguntan como es posible que las ponga ahí en medio y concluyendo que, al fin y al cabo, la pobre máquina tampoco tiene la culpa.

Y han conseguido que salieramos de la casa del libro con una sonrisa, con nuestra bolsa de libros reubicados y con contraportadas mutiladas y pensando que qué espanto la organización de la casa del libro (y la de mi memoria dicho sea de paso) pero que gente más encantadora contratan.

2 comentarios:

Verónica dijo...

No voy a entrar al trapo en lo que al acompañante se refiere (ahora entiendo algún comentario sobre lo de estar de rodríguez)pero sí en cuanto al lugar en cuestión del que hablas. Para mí, ha sido siempre un caos, su organización es de esas que nunca he podido entender. Pero, además, de la época de la que yo puedo hablar, la gente contratada era de todo menos encantadora. Recuerdo más de una tarde buscando algún libro de griego o latín que salí de allí jurando en arameo agradeciendo la atención prestada ....

Será por eso por lo que hace años que no piso ese lugar, y, también, por lo que me he perdido la parte buena. Ya digo que suelo perder lo mejor de cada historia gracias a mi buen carácter ...

Hay momentos divertidos, por lo insólitos, en los que, a veces, tan sólo se necesita una buena compañía para hacerlos dignos de un post.

Me alegro por tí, tocaya.

*V* dijo...

xD
Yo le tengo especial cariño a la casa del libro, la verdad, sobre todo por la gente que trabaja allí que son asquerosamente encantadores... además lo bueno de que sea grande es que suele encontrar lo que buscas (con ayuda, claro...)

Lo mismo puede ser tambien que husmear me resulta más facil en un sitio grande que en una librería pequeña...no se, son más pequeñas pero me imponen más...