miércoles, octubre 28, 2009

Matar las tardes



Cumpleaños: Empezamos celebrando eso. A base de coca cola y gublims. Cuando escribíamos nuestros nombres en árboles o paredes, cuando nuestro mayor problema era tener fiebre en verano y no poder disfrutar de las interminables horas que dedicábamos a jugar a las cuatro calles o al juego de la verdad (cómo si tuviéramos verdades que contarnos). Cumpleaños que nos acercaban cada vez más a hoy, a lo que pensábamos que sería un Hoy. Veranos de nocilla, de "mi chica", de canciones de Alejandro Sanz que poco después fueron sustituidas por Reincidentes. Veranos de Models, Melrose Place y campeonatos de futbol en los que vitoreábamos a nuestros propios ídolos. Olores a cloro, a castaños, a Nivea, a las muñecas que íbamos abandonando, a atardeceres y amaneceres, a lágrimas que tenían nombres propios (nombres que ya ni recordamos, lágrimas que ahora preferiríamos).

Premios: Los primeros trabajos precarios gracias a los que empezamos a echar de menos vernos, el fin de los veranos de estudio, los primeros coches y la emoción de conducirlos. Los viajes en donde aprendimos a conocernos. Los distanciamientos necesarios para aprender a estar cerca. La práctica de la tolerancia. La primera niña, el primer niño, el primer proyecto, el primer piso... todos los primeros que creíamos que eran únicos, cómo si no fuésemos a tener ningún primer más.

Bodas: Con la primera casi ni nos enteramos. Era divertido ver cómo empezábamos a jugar de verdad a las casitas, era emocionante ver en unos ojos que conoces la forma de la ilusión, es sorprendente comprobar como tus verdades ceden ante la verdad de aquel al que quieres. Noches de boda, precedidas de días de nervios y complicidades, de planes surrealistas, de viajes infinitos. Nerviosas novias inmaculadas que te buscan con la mirada, que necesitan de tu mirada, de la risa. Pisos, trajes, coches, fotos, maquillaje...y todo aparcado si se escucha una canción.

Y..: lo que nos queda. Y lo que te rondaré morena. Lo que siempre hemos tenido. Los hombros en los que apoyarte, los ojos en los que encontrarte, las risas y las lágrimas compartidas (y si es necesario, chocolate). Aprender todas las connotaciones de la palabra "primer". Saber y entender que siempre es el principio de algo. Aprender a mantener vivo a Peter Pan porque de otra forma el gris nos devoraría. Necesitar de la risa terapéutica, pero para que esta vez no te cure a ti. Las tardes de improvisadas meriendas, como las de antes, con bollos y coca colas, en las que nos prometemos y nos juramos no llorar porque, aunque no lo creyéramos pero lo imagináramos, existe el dolor de no poder ayudar al otro.

Y deseando que continúe esa rutina en la que lo más importante que tenemos que hacer es marujear, o despellejar, o matar las tardes y los días dándole importancia a lo cotidiano o a lo que de repente nos resulte trascendental.

Mis disculpas, en cualquier caso, por lo pastel, por lo ajeno, por lo egoista y por lo cursi. A veces tenemos días de esos.

7 comentarios:

Verónica dijo...

Estoy sola en la oficina en estos momentos, me lo podía permitir, por tanto: estoy llorando como una boba.

Tranquila, es algo que me pasa a menudo, en estos últimos tiempos ....

Me has emocionado, tocaya, aunque tus tardes y mis tardes no sean las mismas, me has tocado ahí dentro.

Venga, voy a ver si intento solucionar esto de alguna manera antes de que aparezca el jefe y me infle a preguntas sobre mi extraño aspecto que no podré contestar ...

Un beso (y quedas disculpada, por lo que a mí se refiere).

Juan Rodríguez Millán dijo...

Pues fíjate que yo empiezo a pensar que los días de pastel, egoísta y cursi son los mejores que hay...

Anónimo dijo...

Sobredosis/de azúcar/na nana na/

:D

Mujer. Yo a veces me acuerdo más intensamente de las tardes que consistían en jugar al rol. Teníamos un gran espacio verde y privado para ello, para estar jugueteando adolescentemente, pegar balonazos y hacer como que éramos personajes de la Tierra Media. Luego el rol fue cambiándose por zagalas y las primeras novias y todas esas cosas.

Qué tiempos aquellos.

lentejas dijo...

Es precioso y cierto, muy cierto.

Ay...Me has puesto tienna...Snif...

*V* dijo...

o_o Cielos, Verónica, no se si preocuparme o halagarme ...;).. mis disculpas en cualquier caso, de nuevo!

hay que tener todo tipo de días juan, en la variedad está el gusto, dicen!

jajajaja.. avisé de un exceso de azucar, conste!.. mmm ¿rol? no, yo de eso no tuve pero si, que tiempo, qué tiempos!

Gracias lentejas!! que bonit colaborar con vuestra ternura ¿eh?

besos varios

Yayo Salva dijo...

Desde mi hihuera, a mí a veces me pasa lo mismo que a ti. Paso lista a los recuerdos...

*V* dijo...

A veces se necesita esas listas..