lunes, enero 25, 2010

Vacui



Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías


La agenda me grita que hace dos días tenía que haber llamado a Silvia, y cada vez que veo todas esas admiraciones detrás de una orden tan simple escrita en rojo, me entra el pánico. Y el pánico nada tiene que ver con Silvia ni con hablar con ella sino más bien con llamarla.

Me he comprado la agenda precisamente para tener una especie de pepito grillo constante que me marque una rutina, por mínima que sea. Escribir todas esas ordenes absurdas que me dicto a mi misma me provoca cierta tranquilidad, como si las letras en rojo acompañadas de mil admiraciones me estuviesen devolviendo al universo del tiempo ocupado, que es ese en el que uno se aliena y deja de tener tiempo para pensar.

Escribir lo que tienes que hacer da paz, mirar esas páginas llenas de letras, extrapolar tu propio horror vacui al papel, crear la ficción del tiempo ocupado. El problema viene después, cuando lo que parecen grandes palabras que llenan los vacíos del papel se convierten en pequeños momentos, demasiado pequeños como para acabar con la inmensidad del tiempo, demasiado simples como para acabar con tus propios vacíos que nada tienen que ver con los del papel.

Tenía que haber llamado a Silvia hace dos meses. Llamar a Silvia es rebobinar, cumplir con la llamada son unas letras menos en la agenda. Tiempo de más.

Así que ahora tengo que tachar que tenía que haber llamado a Silvia y volver a escribirlo para poder completar una página más que genere la paz momentánea que te provoca la sensación de tener el tiempo ocupado.

2 comentarios:

Verónica dijo...

¡Como semos los humanos!

Durante nuestros momentos laborales activos nos quejamos amargamente de la falta de tiempo, del agobio, de la sensación de no poder parar ni para respirar ...

Cuando nos vemos forzados a un parón laboral, nos entra el miedo al vacío, el tiempo nos pesa, se alarga, nos acojona ...


Como hace ya unos añitos que te sigo la pista, sé que en nada estarás en mil proyectos y volverás a agobiarte con la falta de tiempo para todo. Por eso, no me preocupo. En el entreacto ... paciencia, y, mujer, llama a Silvia de una vez ...

*V* dijo...

jajajajajajaja... además que si verónica, insufrible que estoy! jajajaja

Y conste que la llamé y no lo cogió ;D