sábado, febrero 27, 2010

Setas





Llegados a cierto punto, y habiendo superado las ya más que conocidas crisis existenciales propias de los veinte (esas en las que ya te has rasgado las vestiduras porque un día te despiertes y te des cuenta de que un amigo de barra no es un amigo de vida, porque no estés segura de haber elegido la carrera adecuada, porque el chaval no es El Chaval...) empiezas con nuevas crisis, no sea que un día te despiertes y seas consciente de que, de lo sencillo que es todo, empieces a considerar que lo realmente mortal es lo lineal.


Nuevas crisis, decía, nuevos temas por los que lloriquear por las esquinas (véase, porque los amigos que considerabas vitales sólo son amigos de barra, porque no estés segura de haber elegido el trabajo correcto, porque en lugar de El Chaval prefieras cualquier chaval...)Temas que tu, que te sabes el bicho más complejo de la creación (los cuervos son listos, nosotros complejos), enfrentas de forma compleja, en busca del santo Grial que te proporcione aquello que, repentinamente, decides que es exactamente lo que necesitas.


Y ese santo Grial, señores, son los grupos. Reconocer que se acude a terapia de grupo no es nada cool. Ahora bien, decir que uno se ha apuntado a un grupo de recogida de setas en domingo (también conocido como domingueros que se van de setas), eso es infinitamente más chic.


¿Te interesan las setas? ni un carajo.


¿Te apetece levantarte un domingo para irte al monte a buscar el nuevo tipo de seta que se ha decidido, por voto democrático y unánime, que debe recogerse? ni lo más mínimo y menos cuando sabes que por mucho que te expliquen qué tipo de seta es, aunque la veas no la vas a reconocer porque las setas te importan un huevo y su color ni te cuento.


Ahora bien, tu grupo de domingueros que se van de setas te proporciona, en primer lugar, una bonita excusa para equiparte. Un nuevo Yo no puede ir hecho unos zorros así que es un gran motivo para comprarte unas botas de montaña que jamás has necesitado pero que, quien te vea con ellas no va a dudar de lo mucho que te gustan las setas. Es lo primero, por supuesto, porque para parecer que formas parte de algo es esencial el disfraz.


El gasto, vital o material, es lo de menos, tu nuevo grupo te va a proporcionar exactamente lo que tu momento de crisis vital necesita: estás entretenido, conoces gente nueva (y con suerte del sexo que te atrae) e, incluso, hasta puede que desarrolles un don que desconocías y ser descubierto, un buen día, por un caza talentos experto en seteros. Esas cosas dan vida y, lo principal, te hacen quemar el tiempo para evitar que lo emplees en la invención de problemas.


Y es que, formar parte de una comunidad es mejor que el prozac, Tolkien para eso fue un visionario, no hay nada que una más a un alcohólico calavera, un tipo amargado o un anciano con aires de grandeza que su pasión por las joyas, aunque al final su pasión real sea otra. Así que es normal que alguien de repente desarrolle una repentina e inesperada pasión por las setas, por las joyas o por los niños, si el precio de alcanzar una relativa paz contigo mismo es conseguir unas botas de montaña, quedarte embarazado/a o tirarte de cabeza a una montaña de lava... pues bueno.


Cada grupo, eso si, tiene sus verdaderos fervientes seguidores, que son la base del grupo, porque sino cualquier viaje en busca de setas no tendría sentido. Y es bastante más que probable que podamos distinguir a los que realmente están interesados en setas porque sus botas no son nuevas, ni siquiera parecen ya botas de montaña por la cantidad de caminos que han andado y porque lo único que necesitamos para distinguirlos es que ellos no hablan de setas a diestro y siniestro, directamente las cogen y comparten lo que han ido aprendiendo en la montaña.


Suele ocurrir que, cuando los que conocen la diferencia entre un níscalo y un champiñon, se dan cuenta de que algunos en el grupo, en lugar de ir a la montaña van al mercado, comienzan las asperezas. Y es que ya se sabe, el santo Grial también es ambiguo, y para unos es simplemente la compañía y para otros la vocación y jugar con esta última es cómo descubrir que están jugando con tu pareja. Y es que los grupos están, cómo sus miembros, vivos, y no tienden a estancarse así que en algún momento surgirá el debate entre el mercado y la montaña.


Cómo sea que terminen esas cosas, a mi me apasionan, unos y otros, porque tiene su encanto ver la seguridad y el equilibrio que proporciona fingir o compartir un interés común con otros bichos humanos y alimentarte, en modo observación parasitaria, de la pasión que desprenden. Aún así, a pesar de todo lo estupendo que te pueda proporcionar hablar de anillos o de setas, creo que seguiré siendo más de colaboraciones que de grupos y es que en eso me quedo con Marx: "nunca formaría parte de un club que me admitiera como socio"

6 comentarios:

Pipilota dijo...

º.º ¿Setas?

Me has dejado alucinogenada.

Verónica dijo...

Oiga, oiga, oiga .... ¿Cómo se apunta una a ese grupo? Es que ....¡estoy deseando comprarme unas botas de montaña!

Un beso

Yayo Salva dijo...

Pues, sí, cualquier excusa es buena para ampliar horizontes. Yo prefiero los fines de semana de poltrona, lectura y música (cuando me deja la familia).

*V* dijo...

Sip, setas! así, por ejemplo, sabe dios en qué estaría pensando! :D

Uy, Verónica, ni idea, pero seguro que en Go aparecen grupos de seteros ;D

Que alegrón Yayo!... y si, yo ultimamente también me quedo con los fines de semana de mantita, libro/peli y tranquilidad.

Mil besos!

Anónimo dijo...

Y se conoce gente interesante recogiendo... setas?
Nunca lo hubiera imaginado

Buen blog, saludos! :)

*V* dijo...

Si, eso si, conocer gente siempre es interesante, sea cogiendo setas o en la cola del mercado

Y gracias Flo! :D