domingo, septiembre 19, 2010

Carnaval


Saber cuando nos inventamos un momento en el que las horas del día se dedicasen a todo aquello que sale de la aburrida norma de lo habitual durante unos días, está complicado. Del carnaval se sabe que es una celebración pagana, hasta ahí todos de acuerdo. Se sabe que durante días prima el todo vale, el cambio de ropa y de papeles, la libertad de la conducta o la liberación de la voluntad.
Pero es difícil saber de quien fue la idea, saber si un buen día un sumerio se despertó de buena mañana con ganas de romper con todo aquello que pesa y celebrar con otros sumerios que todo se puede ir perfectamente al carajo durante unos cuantos días. Y ser otros o ser los mismos vestidos de otra cosa o quitarse las máscaras que nos atrapan todo el año. Puede que fuese un romano inspirado por Baco. O puede que fuese simplemente la necesidad de romper la estructura.
Catarsis a base de música, de risas, de bailes, de palabras inconsistentes e insustanciales.
El carnaval, que dicen que es antes de la cuaresma pero que puede ser en cualquier momento de año, según costumbres. Porque la idea de carnaval es esa, la ruptura, las vacaciones del alma para estar preparados para la cuaresma, para la norma, para la rutina, para comenzar de nuevo a seguir cargando el equipaje.
El exceso liberador que precede a la contención, la devoción frente a la obligación. El momento de Don Carnal. Dejar en la puerta aquello que nos hace olvidar lo mejor de nuestra humanidad.
Hay quien prefiere rendir culto a Don Carnal en febrero, yo me sigo quedando con septiembre.
Así que cumplido el rito, finalizados los días de risas y excesos, agotada por bailes, risas, y con la sensación de haber quemado todo lo que no sirve a base de alcohol y comida, puedo empezar la temporada para acumular, de nuevo, un montón de equipaje, que ya me encargaré el año que viene de volver a quemarlo en septiembre.

Las caras de siempre, las grandes ausencias, las nuevas incorporaciones, las nuevas vidas, la música, el silencio del descanso, las luces, las conversaciones, los desayunos, la comida a todas horas, la ausencia de horas, la arena y el olor del verde. Aquello que necesitas, condensado en días. El caos y, después, todo vuelve a su lugar, si es que hay alguno.


4 comentarios:

ETDN dijo...

Brindo por el carnaval, por septiembre, por las hogueras (y el alcohol) que purifican, por los pueblos con encanto, por la buena gente.

Por volver a empezar, porque nunca se vuelve de la misma manera al mismo punto.

Y porque el año que viene sigamos aquí, y mejor, aunque sin tener ni puñetera idea de nada por muchos años que pasen.

Un descubrimiento, tu blog.

Un beso

*V* dijo...

Brindemos por ello, estoy contigo, a base de brindis se empieza bien septiembre!

Uy, y lo del mismo punto no sé yo que decirte, a mi es que el mito ese del eterno retorno me cala ;D

gracias guapa, un beso

Anónimo dijo...

que buena pareja haceia no????

*V* dijo...

Querido anónimo,

Yo por ahora sigo siendo heterosexual pero doy fe que aquí la señorita (ETDN) que ha escrito es cojonuda (aunque por mucho que lo sea aún no me ha dado por nada más y me consta que ella es bastante heterosexual también)

Pero cómo pareja de diálogo lo mismo si.