miércoles, noviembre 03, 2010

Cuestión de herencia

Defensora de pleitos pobres, dice mi compañero.
Y yo tengo un momento de regresión y escucho a mi padre decir exactamente lo mismo. Entre risas, claro, con un ramalazo incontrolable de orgullo, porque sabe que es mi herencia, qué le vamos a hacer, y es que (dice) son esas cosas que no te podrán quitar ni podrás perder. Principios, lo llaman. Locura transitoria pudiera ser perfectamente. Estupidez congénita o férrea inmadurez, dependiendo de a quien preguntes porque, en general, ya se sabe, los ideales son cosa temporal, al margen de facturas o hipotecas, cosa que nunca he entendido quizás porque hace tiempo que mezclo ideales, facturas e hipotecas. Será, entonces eso, herencia.
Hereditario por lo visto también esa poca capacidad para transmitir que estar serio no es lo mismo que estar cabreado. De hecho estar serio puede deberse a mil cosas, o ser simplemente despiste. Hay, creo, quien tiene el dudoso honor de haberme visto cabreada y entonces sí consigo mostrar la diferencia entre seria y cabreada, cosa que ultimamente me cuesta mucho hacer entender. Será porque no me cabreo tanto cómo debería. Será, por lo visto, porque me ha dado (cosas de esas que me pasan a veces, cuando sobrepaso mi capacidad para mantener el escaparate) por decir qué pienso y por qué lo pienso. Opiniones, plagadas de mil palabras buscadas para concretar, transmitir, respetar...comunicar, vaya. Palabras que se pierden porque tu interlocutor considera que tendrías que haberlas dicho sonriendo o que, si no van a ser halagos, qué necesidad de hablar, aunque hablar sirva para tantas cosas.
Pero vaya, en general, si no es para el aplauso o la palmadita en la espalda, aunque sea ficción, lo mejor es quedarte callado y con buena actitud, que la duda ofende y la crítica no tiene cabida y si no pones una sonrisa se va a notar que estás pensando.

3 comentarios:

Verónica dijo...

Sin tener idea plena de qué te ha conducido a escribir este post, tengo que decir que su lectura me ha llevado a situaciones de este verano pasado que me provocaron un enfando mayúsculo, situación todavía no superada y que se mantendrá, creo, durante mucho tiempo.

Deberíamos empezar a matizar los interlocutores que elegimos para conversar .... ¿No te parece?

Un beso

ETDN dijo...

Iba a escribir justo lo que dice Verónica: llegados a ese punto, lo mejor es cambiar de interlocutor.

Aunque no siempre se puede. Supongo que en el ámbito del trabajo o de la familia uno no elige a sus interlocutores.

Pero en los demás sí.

Mantente políticamente incorrecta, por favor :)

bss

*V* dijo...

Un cabreo mayúsculo el mío también, Verónica (va a ir en el nombre ¿eh? ;D), situación que espero que superes (por dios! que no se diga que no tenemos paciencia!)

Y los interlocutores, razón de sobra tenéis, aunque cómo ha dicho ETDN, en trabajo y en familia malamente se eligen.

Me mantendré políticamente incorrecta, no me voy a privar así cómo así de semejante placer ;)

Besos!