jueves, abril 28, 2011

Cita previa


Desde un punto de vista burocrático, ponerse enfermo es complicado. Sí, puede que la fiebre esté causando estragos y me lleve a ver la complejidad allá donde no la hay. Aunque eso da un poco igual porque tampoco se diferencia mucho de lo que hago habitualmente sin excusas tan mediocres cómo la fiebre.

Pero a lo que iba, es complicado. Yo no planeo cuando me voy a poner enferma, ni siquiera soy del tipo de persona que nota los síntomas poco a poco e intuye que algo malo va a ocurrir. No, yo no tengo "previously", puedo estar perfectamente una tarde, dando saltitos por Madrid de acá para allá y cuando llego a casa, tengo fiebre. O puedo irme a dormir y a mitad de la noche tener fiebre (esto lo suelo notar porque mis sueños se vuelven bastante más cinematográficos y comienza a haber un exceso de elenco artístico). Es a partir de la subida febril cuando soy consciente de que mi cuerpo es una piltrafa y no puedo trabajar.

Complicación burocrática: por desgracia mi médico de cabecera no está disponible para mí en cualquier momento del día y cuando yo lo desee. Es una fantasía televisiva que superé hace muchos años. Hay que pedir cita y hacerlo en el mismo día es imposible, nunca hay hueco en su listado de personitas enfermas, así que siempre te van a citar para el día siguiente (aunque vayas a morir achicharrado por la fiebre). Esto no sería un problema si en mi trabajo (y en todos los que he estado) no necesitaran una justificación documental de por qué no estabas sentado en tu silla a las ocho de la mañana tecleando rabiosamente para que parezca que te estás ganando el sueldo.

Para poder tener el ansiado papelito que justifique que realmente estabas enfermo y no te has quedado en casa imitando la alegre vida de las marmotas, lo que, cómo la mayoría de la población, hago es ir al ambulatorio sin cita previa para consecuente cabreo de mi doctora que es de las que opinan que para enfermedades las que había en España cuando ella se licenció y no las tonterías que padecemos la débil población actual. La falta añadir "Si Franco levantara la cabeza..." .

Por eso, mientras estaba en la sala de espera haciendo lo propio, pensé que quizás me estaba equivocando en el trámite y que era mejor esperar al día siguiente para ir al médico teniendo cita y no descuadrar la lista de gente enferma. Pero esto implica otro problema, y es que mi doctora no da bajas médicas a no ser que estés herido de bala en el pecho y supliques la absolución. Para ella los trabajos de mierda que tenemos se pueden hacer perfectamente con fiebre y vomitando. Es muy maja, en el fondo razón no le falta. Además sólo expende justificantes diarios, nada de darte un justificante del día anterior porque quien sabe quien está timando a la seguridad social que si no mira a la Campa...

Esta filosofía médica me obliga a ir todos los días de enfermedad a ver a mi doctora para asegurarle que no ha bajado la fiebre y para que me de un justificante diario (que no baja médica). Y esto me obliga a ir, al menos el primer día, sin cita y soportar la consecuente charla sobre por qué no es cívico transgredir el protocolo e ir sin cita.

Ayer le pregunté, la fiebre me dio el valor suficiente como para mirarla fijamente y preguntar: "entonces ¿qué es mejor? ¿venir con cita o sin ella? porque necesito un justificante para el trabajo y algo que me ayude con la fiebre" y ella, mirándome por encima de las gafas y en un derroche de ingenio contestó "lo mejor, señorita, es que usted no se ponga enferma".

Con un par.

Y no podía estar más de acuerdo con ella, claro. Es una respuesta del tipo:" la paz en el mundo" que no soluciona para nada mis dudas sobre lo complicado que es ponerse enfermo en un sistema profundamente administrativo como el nuestro. Sin un papelito no eres nadie.

Me vuelvo, a dormitar, que es lo que uno necesita cuando está hecho una piltrafa.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanta leerte auunque tengas fiebre.
Mil besos

Nessi

*V* dijo...

:)


Beso!

RAFA dijo...

No me ha quedado muy claro si eres «enfermo» o «enferma». Si eres lo segundo y tie-nes «Doctora», y encima tú estás como un queso y ella es un callo, lo tienes crudo. Porque los médicos, ante todo son personas, por mucho que sus batas sean del color de la pureza.
Y ponte buena, que no te cuidas nada. Un abrazo
Rafa

*V* dijo...

Enferma, aunque en el caso de mi Doctora da un poco igual, creo que lo suyo es más una cuestión de odio generalizado a los enfermos... Todos nos hartamos de nuestros trabajos imagino!
Gracias Rafa! lo intentaré, lo hago lo mejor que puedo ;D
Un saludo

Hemraj dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
*V* dijo...

Ouch, nop.... thank you, dear Spam.