lunes, octubre 24, 2011

Parloteos



¿No tenemos todos esos días en los que te pica la lengua de las ingentes ganas de verborrear con las que despiertas? ¿no a todos? a mí sí. Yo tengo días, como hoy, en los que necesito, pordios, no parar de hablar de todas las cosas que pueden llegar a pasar en un fin de semana. Con cosas, me refiero a noticias, y con pasar me refiero a haber visto las noticias intensivamente como consecuencia de una gastroenteritis galopante de esas que te someten a una dieta espartana que sólo te deja con fuerzas para estar tumbada viendo la tele. Y cómo ahora ya no es como antes, que había dos miserables canales con buenos programas sino que disfrutamos de 70 canales de programas de mierda (evolución, lo llaman) si tienes la desgracia de estar de baja no te queda más remedio que hacer un selectivo filtro televisivo y volver a los ochenta: ves la uno y la dos.


Incomprensiblemente cuando digo "que de cosas han pasado" la gente tiende a pensar que durante el fin de semana he recuperado las fuerzas y la alegría de las que gozaba hace unos años y, de repente, me pasan cosas entretenidas y ocurrentes más allá de un fin de semana de austeridad y recogimiento por culpa de la enfermedad o de que mi cuenta esté a cero (esto último por tener la tremenda suerte de ser española empleada por una empresa española. Jo, no se puede ser más suertuda que yo). Pero no, no suele ser eso, últimamente cuando me refiero a "qué de cosas han pasado" hablo de que me ha dado por ver las noticias.


Oh, sí, yo también lo creo, es vergonzoso reconocer que no siempre me mantengo fielmente informada de la actualidad. Pero es así, no me da tiempo. Paso siete horas trabajando, tres horas en el metro, destino un par de horas a la nutrición y con suerte unas diez horas a dormir en intervalos. Las dos horas restantes las reparto entre intentar hacer vida social, en persona o en diferido (y suele ser esta segunda opción). Mi gestión del tiempo también es pésima, lo sé.


Cómo sea, parte de lo divertido de ser yo radica en ese caos tan interesante y poco fructífero.


Total, que cuando me ocurre eso tan poco frecuente como ponerme al día y estar informada de todo lo que quiera que haya pasado necesito contarlo. Sobre todo porque parece que, dicho por uno mismo, aparecen detalles en los que nadie más nunca se hubiera fijado. Yo siempre me siento como si fuese una experta crítica en la materia o sufriera un episodio de posesión por Hércules Poirot porque ¿quién mejor que un espectador va a conocer la verdad de la buena? de hecho, de todos es sabido que la capacidad de un ciudadano medio de a pie, espectador ocasional de noticias y sufridor perpetuo de la rutina del país que le haya tocado en suerte es superior a la de cualquiera de los personajes que viven en primera persona la noticia. Aunque la noticia en sí sea que se ha separado tu vecina, el ciudadano de a pie medio siempre tendrá una mejor teoría y una versión de los hechos más fiel que la vecina en sí. Es la objetividad del Hommo sapiens, hemos heredado esas cosillas.


De ahí, creo, el parloteo. Se supone que cuando parloteamos interactuamos con el resto de monos de nuestra especie...huy monos ¡qué digo! seres humanos inteligentísimos que somos. Pues eso, la comunicación nos lleva a un estado de profunda satisfacción por estar completando nuestra necesidad comunicativa, por estar compartiendo con los otros que no reconocemos como nosotros la información que disponemos, y cuanta más información creemos que tenemos, más ganas de charlar. No puedo evitar escuchar una voz interior suena así cómo si dijese "¡y una mierda!".


Claramente a mí todo esto me da igual porque, como he dicho, en días cómo hoy tengo ganas de parlotear y tener (mantener por pura cabezonería) un blog te permite estos pequeños placeres, parlotear lo que quieras y como quieras, copar la necesidad comunicativa para poder volver a sumirte de forma satisfactoria y sin remordimientos en la supervivencia diaria.


Que si parloteas malo, pero si estás callado peor.

2 comentarios:

Verónica dijo...

¡La de tiempo que hacía que no me metía en una de estas reflexiones de la Vero ....

Aquí andamos ambas, creo, empeñadas en mantener lo que se cae a trocitos. Y parloteando, tú, de tus cosas, yo de Elniño, continuamente, por si los acasos. Y, mientras, van pasando los años .....

Besos de otra que parlotea sin parar.

*V* dijo...

:)

Y con los años llegan conversaciones más interesantes, como la de Elniño (que no pares de contar, pordiospordios, y así me tienes informada ;))

Hablar forma parte de nuestro encanto... ¡qué sería de nosotras sin el parloteo! (ahora es cuando te presiono para que sujetes los pedacitos de tu rincón y no le abandones pero se que estás en cosas mucho más importantes ;) )

Un beso enorme a tres bandas