Antes que nada hay que aclarar,
porque cómo no soy de las de dar órdenes en alemán siempre se da por hecho que
soy nueva: he tenido perro toda mi vida. Dos antes que la actual. Otelo, un
pastor alemán que pá mi tenía mezcla con Orco, un bicharraco gigante y con muy
mala leche cuando quería. Y Ramsés, un pastor alemán que decidió ser
adolescente toda su vida.
Obedecían, pero nada de alemán ni
inglés, por mucho que yo dijera “sit” “Platz” “Fuss” “Steh” “HAAGEN DAAAAAAAAZS”
el perro ni se sentaba ni hacía el pino puente, cómo mucho giraba la cabeza y
se descojonaba. No, mis perros no se han reído, se han descojonado de mí. Sólo
cuando pasas pendiente de un bicho todo el tiempo que estás con él sabes la
diferencia. Y sí, obedecían, en serio, pero los perros se regalan a sí mismos
esos pequeños caprichos vacilando a su dueño cuando saben que es el momento
adecuado. Pero vaya, que en castellano nos entendíamos perfectamente. Sabían
que “malditocabronvenaquí” murmurado entre dientes es que la cosa se ponía fea,
y gritado es que las cosas se les habían ido de las manos.
Después de Ramsés, decidí que no
podía volver a tener perro. El drama era demasiado sobre todo cuando mueren. Así
que opté por los gatos, bichos de “vive y deja vivir”. Los gatos son unos
hippies. Pero con eso de empezar vivir
en un sitio de zonas verdes, de esos raros que hay en Madrid, dije ¿y por qué
no? Y volví a idealizar la convivencia con los chuchos. Y aquí aparece Luka.
Cuatro meses de convivencia que llevamos y hoy se ha descojonado por primera
vez. Ya ha aprendido lo que es descojonarse de su dueña. Así funcionan. No hay
orden en alemán ni en castellano que signifique “no me vaciles”, aunque tiene
mérito que en cuatro meses ya sepa de sobra lo que significa “desgraciá”.
A lo que iba, rutina mañanera:
bosquecillo- perro. En estas zonas te encuentras con verdaderos devotos de la
vida canina, son grupos super cool que dan para un post distinto. El caso es
que, cómo hoy, a veces te encuentras con alguien que decide caminar a tu lado y
hablarte. Así que por muy asocial que sea, terminas compartiendo frases hechas
y experiencias caninas. En esas estaba yo esta mañana con otra dueña canina
cuando se nos ha acercado El Adiestrador. El Adiestrador es un tipo del que ya
me habían hablado y que por lo visto la gente paga por ver como adiestra a sus
perros. El adiestramiento es lo de menos, la cuestión es verle. Y parecía que
yo hoy había tenido mucha suerte por, no sólo verle, si no, además, que se
uniera a nuestro paseo canino aparentemente perfecto. Los perros jugando y la
otra dueña y yo asintiendo, que no escuchando, cada cosa que decía El
Adiestrador. Yo hasta estaba pensando que era mi día de suerte porque con eso
de que tenía que ir al video club (sí, todavía existen) me había peinado y
todo. Todo muy bien pensado aunque fuera improvisado, pero el karma me odia.
Así que cuando yo ya me estaba
lanzando en la conversación e iba a decir algo intenso a la par que informal
cómo… “¿y qué se siente al ser un gurú canino?” o más bien “ala sí, no me digas…”…
bueno o alguna frase hecha, el caso es que estaba yo a punto de decir algo,
justo en ese momento en el que las dos personas con las que vas te miran
prestándote toda su atención cuando he recibido un placaje canino trasero que
ha hecho que yo salga disparada y haya terminado aterrizando contra el suelo. Daño
moral. Perra sentada mirando con ese clásico descojone canino. El Adiestrador
sobre ti con esa típica pregunta “¿estás bien?”. No se por qué no se puede
abrir un agujero en ese momento en el suelo y que te trague la tierra, la
verdad.
Risa de compromiso, la lagrimilla colgando
porque, coño, caerse duele pero no es plan de ponerte a llorar ahí mismo. “huy
sí, qué golpe más tonto” “huy sí, qué juguetones son” ¿Juguetones? ¡Desgraciá! eso
es lo que es…
Y en las mismas que el grupo se ha reunido, se ha disuelto. Después de semejante hostia queda poco de qué hablar por muchas coñas que yo soltara (además, yo tengo la gracia donde mi perra la bondad, así que...). Así que El Adiestrador ha alegado no sé qué urgencia canina, y yo me he despedido yéndome con absoluta dignidad, y cojeando, al videoclub. Con la perra saltimbanqui a mi vera descojonándose de mi.
Si quedan dudas sobre si los perros se descojonan, en serio, lo hacen. Todas y cada una de las veces que uno de mis perros me ha tirado al suelo lo han hecho. Esto lo mismo se arreglaría si me empezaran a gustar los caniches pero nada, hasta una perra mediana ha encontrado la forma de tirarme. Vida perra, ya digo.
5 comentarios:
jajajajajaja,
Has probado con el "sientate", "da" y en español?
Por favor escribe más a menudo que te echamos de menos.
Bss
Huy, sí, sí... si cuando quiere habla castellano, pero eso no quita que tirar a su dueña en el parque esté dentro de sus hobbies favoritos ;D
Ay... Internet, ya me gustaría a mí escribir a menudo ;)
bss
JAjajajajaa me partooooooooo
esas cosas sólo te pasan a tí jajajajaja.
Pse... Así soy yo, haciendo tontunas para que os riáis de mi ;p
Pse... Así soy yo, haciendo tontunas para que os riáis de mi ;p
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