jueves, agosto 30, 2012

Una de recuerdos, los que sean

La primera vez que lo hablé, o que lo escuché más bien, fue por Inés, en uno de esos días laborales que pasaban sin pena ni gloria y matábamos las horas a base de charleta sin fin. De eso hace ya mil años y aunque después he tenido la misma conversación con mucha gente, ya sólo fue más de lo mismo, sin novedades, lo que termina pasando con todo.
Recuerdos inventados, o creados. Ahora dudo si existió esa conversación o si fue tal y cómo yo la recuerdo, es lo paradójico del asunto.
Cómo sea, no voy a empezar a relatar sobre ello porque meterme en jardines ajenos me encanta y luego no sé salir. Dejando de lado si llegamos a inventar íntegramente recuerdos o no, por muy elaborados y reales que sean para nosotros; los recuerdos son tan variables, modificables y distintos que a veces resulta hasta entretenido descifrar cual es la realidad que hay en ellos.
El colegio, por ejemplo. Yo que siempre he sido una cursi con tendencia natural al melodrama, cómo género y filosofía, pensé que tenía muy claros mis recuerdos del colegio, ese lugar en el que te relacionas por primera vez de forma distinta con gente distinta. Tus primeros amigos, tus primeros archienemigos, tus primeras injusticias… todo muy nuevo y muy estándar, vaya. Pero tenía claro quienes eran los malos y los buenos. Incluso cuando crecí, no lo dudaba.
Pero mira tú por dónde, las redes sociales te permiten quedar con gente que hace que no ves, y con la que no hablas, desde casi 20 años (no voy a ponerme a restar, la verdad así que dejemos el casi ya me parece escalofriante así, sin más) y dedicar un miércoles por la tarde a jugar con recuerdos para concluir que tu infancia es un invento.
“Pues sí, sí… me dejasteis de hablar, los dos últimos años y yo no tenía ni idea de por qué… ¿no te acuerdas? Pues tú empezaste a irte más con Fulanita y Menganita y un día estábamos en el cumpleaños de Fulanita (no se la puede poner nombre mejor) y todos os fuisteis y cuando volví del baño me encontré sola… lo pasé fatal, todavía recuerdo lo que lloré… sí, sí, sí que estabas Vero, estabais todas…” “no, en serio que no, eso es muy de Carrie… yo no he participado en cosas así nunca” “ ya te digo yo que sí… y después no sé por qué, no me hablabais” “bueno, es que tu...Pues… os ibais A, B y C a pseudos discotecas y nosotras nos veíamos muy verdes todavía y tu siempre te encargabas de recordarnos lo poco desarrolladas que estábamos… me acuerdo de un día que quedamos y con doce añitos que teníais hicisteis botellón ¡en tu portal! Y te agarraste un pedo que… me fui a mi casa escandalizada…” “que va...Pero ¿qué dices?... ¿Cuándo? No recuerdo…” “claro, te emborrachaste, normal que no lo recuerdes” “jajaja… no puede ser” “ya ves, ahí fue cuando empezaste a distanciarte” “pero si fuisteis vosotras las que os cabreasteis” “no recuerdo haberme cabreado en el colegio, la verdad… cabreos tontos sí, pero así, en plan serio” “¡ay! pues ya me haces dudar”

Y así. Si yo recordaba a nuestra profesora de los primeros años cómo una borrachilla, sí, con una mano muy larga que cuando no le llegaba usaba la regla (también) pero yo la veía íntegra en lo que a notas se refería… ¿chantajista? A mi no pasó. Sí, si te pasó pero no te acuerdas. ¿El patio? Enorme. No tanto. Con un montón de árboles ¿dos?... pues yo creo que tres. Y batallitas que no recuerdo en absoluto. Y viceversa. Y malos que no eran tan malos, ni buenos tan buenos.

Creo que a corto plazo lo llevo mejor, la verdad, pero aún así, cada vez tengo menos claro que tenga razón en las cosas y desconfío de la razón de los que no dudan de sus recuerdos.

Y ya septiembre así que, feliz vuelta al cole.

2 comentarios:

ETDN dijo...

Cuánta razón.

Pero, afortunadamente, elegimos nuestros recuerdos, aunque sean modificados. Acordarse de todo de manera inequívoca podría ser un infierno. Como lo de leer el pensamiento de los demás siempre y literalmente. Sería horrible (mira, eso da para otro post, o varios...)

un beso, y a ver si quedamos, etc...

*V* dijo...

Hmmm... pues ahora que lo dices.... tiene que ser desquiciante eso de andar leyendo pensamientos ;D

Imagino que esas mentiras que construimos y nos contamos constantemente son las que hacen que hablemos de calidad de vida. Que horrible sería recordar la realidad como tal, sin emoción, y ser objetivos con nuestras vidas :S

Besos! y sí, que ya hace una eternidad!