martes, diciembre 04, 2012

De ausencias

A veces tenemos esas noches de fin de semana, de diario, las que sean. En las que sales, bebes, ríes. Los nuevos bares o los lugares de siempre que han dejado de serlo, porque son los mismos pero ya no son, incluso ya no están. En esas conversaciones, en esas risas y, sobre todo, en esos lugares, falta gente. Han perdido en espíritu y sabes que, aunque vuelvas, no volverán a ser lo que fueron.
Los que no están por la distancia, océanos mediantes, montañas intermedias. Países que se consolidan como nuevos hogares mientras los antiguos se mantienen, cómo se puede, a base de internet, y lo que antes eran risas entre cervezas ahora son sonrisas a pantallas. Los que eligieron no estar, o elegimos que no estuvieran, eso que siempre pareceran las peores decisiones que hemos tomado. Una pequeña mutilación, ya no están en nuestras vidas aunque, de tanto que han formado parte de tí, los sigas notando. Y esas otras ausencias que vendrán y que prefiero no pensar.
Qué pena, oiga, del que no se tome un segundo en la marabunta para inspirar y sentir los vacíos que dejan, por necesidad, los que han sido, son, importantes. Los vacíos de la gente que nos convierte en lo que somos. Esos que nunca se llenan aunque no colman todo.
Nuestra vida ahí está, sigue estando. Igual, mejor, peor. Grandes momentos, pequeñas historias, dramas creados, risas, charlas, silencios. Todo aquello que necesitamos para volver a empezar a escribir nuevas páginas que terminen en esa morriña que un día te sorprende, al pasar por una calle, al entrar en un bar o en mitad de una conversación, al notar, de repente, a los que no están.
Y entonces es cuando ves que tienes arrugas y que merecen la pena. Y que tendrás más. Que aunque las cosas ya no te sorprendan cómo antes (no todo, no siempre) ya has estado ahí, con aquellos que hacen que esas arrugas cuenten historias.
No nos volvemos más aburridos, simplemente no quieres ni puedes dar pasos atrás porque te han sorprendido suficiente, divertido, porque has tenido y tienes una vida plena. Y ahora notas más los vacíos que no quieres llenar porque estarías matando una parte de ti mismo.
Discúlpenme por no ser independiente al extremo, no puedo serlo, soy un ser humano, y no lo cambio.
Y que curioso cómo algunas letras dejan de significar lo que significaban para empezar, con los años, a tener un sentido totalmente distinto.



2 comentarios:

ETDN dijo...

UF, tremendo. Lo suscribo plenamente.

Muack

*V* dijo...

Conste que nos quedan las presencias ;*