viernes, diciembre 26, 2014

Las veces que somos…


gilipollas probablemente sean muchas, el problema es que te das cuenta de ello a toro pasado (o como sea la frase esa) y que suele ser, por suerte, en cosas sin importancia. O no, o son importantes pero es aquello  a lo que no le damos importancia y quizás la tiene pero eso sería las veces que somos…

… egoístas, esas son las más. Es imposible no pensar en el Ego (meum) incluso cuando creemos que estamos siendo altruistas, de hecho hemos conseguido (plural, siempre, claro, no sea que hable en singular y tenga que hacer autocrítica) que incluso las “buenas acciones” sean la fiesta de nuestro Yo. Ay, la compasión y el paternalismo (sobre todo el paternalismo) cuánto daño hacen y nos hacen,  y cuánto alimentan esas veces que somos…

… melodramáticos. Yeah, esta me encanta, yo soy muy drama queen. Para eso has tenido que ver muchas películas en tu infancia, lo tengo clarísimo. El drama ya no es tanto el querer morir de amor (y no morirse solo en desamor… Ay, mi Bosé) si no tener ese constante guión de película (o serie, según gustos) en tu cabeza, quizás porque la realidad (per se) es insípida y nos han enseñado a pedir más (siempre más porque de lo contrario no podríamos alimentar tanto capitalismo) o porque es demasiado complicada, y es que a veces somos demasiado…

… infantiles. Madurar seguramente será comprar acelgas en lugar de comida congelada, o hacer frente a los problemas en lugar de intentar huir de ellos (a veces, los mamones, son más rápidos que nosotros y nos alcanzan). O puede que madurar sea, en el fondo, un invento como otro cualquiera pero ser infantil no tiene nada que ver con madurar si no más bien con no aprender (ni a base de hostia tras hostia) de los errores porque somos gilipollas (ver explicación previa) o porque a veces simplemente somos…

… masocas. Esto es un conjunto y sus partes deben estar correctamente relacionadas así que si queremos ser gilipollas, infantiles y melodramáticos no podemos evitar ser masocas, tender a aquello que sabemos que existe una alta probabilidad de que nos haga daño (al colesterol me refiero ¿eh? Nada de dramas personales profundos) para poder regodearnos en la pena.


Pero sí, a veces creo que somos una acumulación de defectos muy mal organizada, pero luego están esas veces, la mayoría, en las que creo que somos complejos y eso nos convierte en seres maravillosos. Incluso esas veces en donde creo que el ser humano es sencillamente subnormal me gusta pensar que no, que somos una especie maravillosamente retorcida a la que siempre merecerá la pena prestar atención, investigar, intentar entender, observar.

Y de esto, claro, tendrían que partir los propósitos de año nuevo, pero no será porque es probable que vivir sea mucho más divertido haciendo complejo lo simple.

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