jueves, abril 23, 2015

Yo quería ser detective



Yo, de pequeña, quería ser detective. Bueno, me duró una temporada larga al menos. Primero quise ser bailarina hasta que después de cargarme tres pares de zapatos mi madre intentó meterme en una academia y yo me cerré en banda y me cause un trauma a mi misma. Luego, por copiar a mi hermana, quise ser trapecista (lo correcto sería funambulista pero en la infancia todo es lo mismo) así que pasé una temporada larga andando sobre la línea de las baldosas con los brazos en cruz, fingiendo equilibrio y pensando "pues esto no es tan complicado" así que abandoné por aburrimiento. Y al final me dio por lo de ser detective. Mucho Bogart vi, me parece a mi.
Tenía muy claro lo que era ser un detective y esa idea era, principalmente, en blanco y negro, nada de grandes persecuciones de coches ni sangre a borbotones ni efectos especiales, todo muy en plan cine negro y es que, ya digo, mis padres no tenían control de lo que veíamos o tenían demasiado.
Me ponía una bata, o si tenía suerte robaba una americana de mi padre, y me la plantaba. Buscaba desesperadamente un sombrero (lo más cerca que hubo fue la boina de mi abuelo pero ni mi imaginación podía convertir aquella boina en algo detectivesco) y, en mi mente infantil innovadora, me llevaba la calculadora cientifica (de los ochenta o sea enorme) de mi hermano por toda la casa como si fuera mi teléfono (visionaria que fui). 
Además de dar vueltas por la casa hablando sola y escondiendome en las esquinas con esa pinta, una parte importante de ser detective, según mi yo infantil, se centraba la cocina. La cocina en mi cabeza no era eso sino que era un bar. Cogía la banqueta, la arrimaba a la pila, cogía un vaso, lo llenaba de agua y me lo bebía de un golpe para después estamparlo contra la encimera y decir "ponme otro Sam". Sí, siempre se llamaba Sam el camarero y yo Bonie, incluso cuando mi hermana me intentó traumatizar diciéndome que Bonie venía de Bonifacia. La maldad de los hermanos mayores es imposible de catalogar. Y allí pasaba la tarde, hablando con el Sam imaginario sobre un caso (que nunca recuerdo) imaginario.
Dado el control infantil actual he de decir que para mi, cuando hacía eso, no estaba pensando ni mucho menos en alcohol. De hecho cuando yo veía esas películas en donde se trincaban una botella de lo que fuera para mi ese "lo que fuera" en mi mente se traducía como agua o coca-cola. Después de que yo me bebiera en esa cocina-bar al menos diez vasos de agua seguidos y de golpe siempre pensaba que normal que los detectives no cenaran con lo que llenaba eso. Ese nivel de inocencia era.
Mi madre, claro, toleraba el juego hasta el mismo punto que todas las madres, es decir, hasta que se daban cuenta de que estabas jugando. Cuando entraba en la cocina y me veía ahí, en la banqueta, circunspecta, hablando sola y bebiendo agua compulsivamente su reacción era la reacción estandar
- pero ¿se puede saber que estás haciendo?
- Busco un asesino
- Dejate de tonterías ¡pero mira como está esto! y deja de beber agua que te va a dar un entripao*
- Cóbrate Sam, me tengo ir.
- Quítate la chaqueta de tu padre ahora mismo
Y allá que me iba yo, a buscar a mi asesino o lo que fuera ignorando soberanamente a mi madre, salvo en lo de beber agua porque a mi sus expresiones toledanas me daban miedo de verdad. 
Por supuesto no era una investigadora cutre, todo detective que se precie tiene una escena final con pistolas, escena lenta eso sí, en plan "tira la pistola Mike, maldita sea" y yo estaba bastante bien documentada como para saber que mis casos se tenían que resolver así en plan "lo supe en el momento en el que miraste al osito" y mi pistola, claro, era, normalmente y a falta de algo más que coger, un boli. Como los bolis muchas veces son material altamente peligroso para las madres (madres...nunca entienden nada) a veces me tenía que conformar con otras cosas como un secador de plástico de juguete que tenía y que, recuerdo, era rosa y no pegaba ni con cola en toda esa historia, así que prefería los bolis lo que implicaba trasladar la banqueta de la cocina hacia el lugar donde escondían los bolis (todos sabemos que los escondites maternos son el antónimo de un escondite). Al final las trabas de mi madre entraban en el juego de forma inconsciente, no eran más que las trabas burocráticas a las que todo detective debe enfrentarse para combatir el mal.
Hasta donde yo recuerdo (y no hay que ser muy optimistas con eso) un caso me podía durar días, incluso semanas, hasta podía quedarse en vilo mientras, de repente, yo decidía que quería jugar a otra cosa durante una temporada, y luego volvía a retomarlo como si no hubieran pasado más de cinco minutos. El problema de esos lapsus siempre era el mismo: todo el escenario que tanto tiempo te había costado preparar (mover una banqueta no era fácil) siempre acababa arrasado por la maldita burocracia, o sea tu madre limpiando. Mi propia madre ayudando al mal. Y escondiendo bolis (manía materna, leñe).Y ya sabemos que con ese tipo de burocracia no había nada que hacer, por más que explicaras que necesitabas tu pistola para atrapar al asesino sólo obtenías frustración ante la incompresión materna. Y alguna bronca.
No tengo ni idea de cuando dejé de jugar a aquello, ni cuando jubilé a Sam. 
Ahora, claro, no me veo siendo detective ni en mis mejores sueños, teniendo en cuenta lo escandalosa que puedo llegar a ser (sobre mi capacidad para tirar todos los botes de la ducha por las mañanas ya hablaremos otro día) no iba a durar ni medio día viva. Además ya no quedan detectives como Bogart. Eso no quita que incluso ahora, cuando estoy en casa de mi madre y voy a beber agua, no hay una parte de mi que quiera decir "ponme otra, Sam".





*Las expresiones toledanas entorno al aparato digestivo merecen estudio aparte.





2 comentarios:

Susana dijo...

jajajajajaja
¿Bonifacia? Yo no era no?, no recuerdo nada de todo esto que cuentas.
Bueno sí lo del funambulismo.
jajajajaaj

Anónimo dijo...

Oh si, sí eras tu, claro, solo hacías casi de mis ingeniosos juegos para boicotear los con maldades como "bonifacia" >.<

(Anónimo soy yo sin ganas de conectarme)