Pues ya está, estoy leyendo
columnas y opiniones en relación al tema
de Guillermo Zapata que derrochan un buenismo exacerbado y se me están abriendo
las carnes. Y no porque sea yo una defensora a ultranza de la situación si no
porque, me da a mí, hay un montón de gente que estaba esperando carnaza sobre cualquier cosa, entre ellas el humor.
No voy a entrar en esa discusión
de los límites del humor, ahora bien, de lo poco que he leído sobre humor
recomiendo “el chiste y su relación con el inconsciente” que es de Freud
(tranquilidad, Freud a veces decía cosas bien) y de ahí que cada uno concluya
por qué hacemos chistes y lo que complejo que resulta lo que nos hace gracia.
Y sobre el tema. Me jode el
simplismo con el que se está tratando,
esa gente que se está escandalizando de una forma, me parece a mí, muy
hipócrita porque aquí el que no ha contado chistes de Irene Villa, los ha
reído, y quien diga ahora mismo “o no, yo no” os aseguro que os habréis reído
de un montón de situaciones incluso
peores y, quizás, sin el valor necesario de hacer un chiste.
Decid que no os habéis reído
cuando alguien no os oye aunque esa persona puede que tenga una deficiencia
auditiva, decid que no os habéis reído de alguien que no ha visto bien algo,
aunque esa persona tenga un problema de visión ¿tampoco os habéis reído de una
caída? ¿De una forma de andar? ¿De una falta de ortografía sin tener en cuenta
a los disléxicos? La exageración con la que se ha tratado el tema es igual a
esos ejemplos, son falacias como camiones.
He leído, y eso me ha llevado al
colmo, que escribían algo así como que recomendaban a Zapata que viera los arañazos
de las paredes de Autwichtz ¿en serio? ¿Unos chistes entrecomillados que son
más antiguos que mi abuelo? ¿Es necesario ser así de melodramático y linchar a
una persona que ha explicado por activa y por pasiva lo que ha ocurrido? Hace
poco me leí un libro sobre Mathaussen en donde ellos mismos bromeaban sobre su
condición y sobre lo que había pasado. No creo que les jodan los chistes les
jode, por ejemplo, no recibir una
pensión de España después de que esta les abandonara en un campo de
concentración ¿Están bien los chistes sobre judíos? A mí no me hacen gracia
pero no quiere decir que en un momento dado no me pueda reír de algo no por la
relación que tiene con la realidad sino por la ruptura que supone respecto a la misma. Cuando
teníamos unos ¿13 años? Una de mis amigas, la más “pija” y con pinta de no haber roto un
plato, con una vocecita muy de osea
nos contó este chiste: “¿por qué se cae la niña del columpio? Porque no tenía
brazos”. Estuvimos riendo horas y no por la niña ni el columpio ni mucho menos
porque no tuviera brazos sino por quien lo contó y cómo lo contó porque no esperábamos
que alguien como ella contara ese chiste. Así de complejo es el humor y por eso
no se pueden hacer juicios infantiles.
Pero señores, tengo la sensación de que se les
está calentando la boca de más porque aquí no iba de humor si no de una
discusión en twitter del 2011 con ejemplos (que para eso son las comillas).
Todos esos columnistas que ahora
sientan cátedra sobre “es que claro, en tuiter hay mucho paleto” se están
quedando en la superficie de todo esto así que dudo mucho que puedan hacer una
reflexión medianamente seria cuando se han basado en parapetarse en una postura
del tipo “yo jamás de los jamases me he reído de esas cosas y condeno el humor
negro que es el mayor de los males de este país”. Luego, quizás, presumirán de
leer a, qué se yo, Valle-Inclán, que claro, nada de humor negro ahí.
No voy a defender a Zapata porque
para mí en lo que ha pecado es de novato, o se ha pasado de presuntuoso al
pensar que a él no le podía pasar. Para mí eso es no estar preparado para la
esfera política, el resto de argumentos me parecen infantiles porque todos
sabemos que esos tuits no iban con esa intención y lo contrario es falta de
comprensión lectora (que para lo contrario se necesita tener en cuenta el contexto)
Lo que se está obviando, y tendría
más interés, es cómo un mismo mensaje está condicionado según el medio por el
que es emitido, cómo en nuestra sociedad lo escrito alcanza la categoría de lo
divino y difícilmente modificable mientras que lo oral es ignorado y no se le
da la importancia que en otras sociedades posee. Los roles en las redes
sociales y cómo estos están por encima de la propia persona (y de esto ya habló
Vigalondo) y de cómo las propias
relaciones sociales en un espacio abstracto afectan al plano físico, sobre la
posición del lector-espectador en redes o sobre, yo que sé, las fotos de
gatitos en Facebook sí o no en contraposición a los chistes negros en Twitter.
Hay tanto ¡pero tanto! sobre lo
que se puede hablar de este tema que me cabrea que se publiquen en periódicos de
tirada nacional columnas para adolescentes. No me cabrea que Aguirre ande
aprovechando la mínima para venderse o que su séquito haga ídem, me enfada que
nosotros, los espectadores nos dediquemos a leer discursos cargados de un
chantaje emocional infantil que no lleva a nada salvo al necesario “pues anda
que tu...”
Si vamos a hacer ese tipo de análisis
no estaría de más que todos los que están profundamente escandalizados
prestaran atención a lo que les hace gracia en su vida diaria. Lo mejor para
acabar con la autobeatificación personal no deja de ser mirarse al espejo.
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