lunes, enero 16, 2017

Mentiras de las gordas

Nadie te lo dice pero cuando eres madre aprendes a mentir. Bueno, mentir todos mentimos pero digamos que tu vocabulario se modifica para alterar la realidad de forma sustancial, incluso aunque sabes que el pequeño ser no te entiende tras el parto empiezas a distorsionar la realidad de forma compulsiva, una forma de prepararte (imagino) para lo que vendrá a medida que el cachorro humano crezca. Hay que estar preparados para la adolescencia que será cuando más mientas a la criatura. 

Resumen de las tres primeras mentiras que aprendes como madre:

  • Tranquila, no duele, es un pinchacito: Es importante destacar la importancia de los diminutivos. Son una herramienta útil para que parezca que la señora de la bata blanca no te está rajando el talón si no que te está pellizcando suavemente. No es así porque la madre en cuestión puede hasta marearse pero siempre dirá "¿ves? sólo un pinchacito". Además una madre no puede decir que algo duele, en su defecto, se puede añadir la siguiente frase "me duele a mi más que a ti". Pues no. Yo soy hija también y no, no te duele literalmente más, es una metáfora sobre el dolor muy de madre que no es más que una mentira cochina. Como sea, los pinchazos son siempre pinchacitos. Los pinchacitos de cada dos meses. Pequeño Ser seguro que está pensando "¡y una mierda pinchacito!" pero como no habla...
  • Un segundito: Se reitera el diminutivo pero, además, se incluye esa percepción del tiempo que de repente tienes cuando eres madre. Son todo segunditos o minutitos porque claro no vas a decir "mira que me voy pero que tardo una hora o dos o yo que sé". Daría igual porque la criatura no tiene ni pajolera idea de como se mide el tiempo pero, repito, tu ya vas ensayando. Así cuando le dejas en el taca es "un segundo y te cojo". NUNCA es un segundo y siempre que puedas lo alargas ad infinitum. Esto evoluciona (intuyo) al "levántate que son las doce" cuando en realidad son las nueve de la mañana. En estos casos el lenguaje se modifica para que la madre pueda amoldar el tiempo a lo que le salga de las narices. 
  • Una cucharadita más y ya:Seguimos con diminutivos que, ahora,  nos permiten mentir sobre la cantidad. Cucharadita bien puede ser una cuchara sopera. Aquí la madre adapta el lenguaje a las mentiras sobre cantidades siendo estas A/ la cantidad de la cuchara y B/ la cantidad de cucharadas. Mira, nunca es la última porque si "la última cucharadita" entra bien se convierte en la penúltima. Y así hasta que el bebé humano escupa o cierre la boca o nos endiñe con la cucharadita de las narices. 
Mentimos mucho más, claro, pero voy a cerrar esto que le he dicho "un segundito y ahora jugamos" y creo que, por su mirada, se ha dado cuenta de que no tenemos el mismo concepto temporal. 

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