miércoles, diciembre 23, 2009

De pirateos


Los llamaban "mercados azules" y eran las redes sociales de aquellos gloriosos tiempos de la santa inquisición. No era, otra cosa, que un medio creado a la sombra de lo oficial por parte de las personas para poder tener acceso a la cultura, incluso (osados!) a la cultura no oficial... la piratería de la época, vaya, aquella que no se registró en los libros de Historia por aquello de que la Historia la escriben los Reyes, aunque la Santa Inqui tuviera el detalle de dejarlo registrado en sus actas (o cómo se llamen los relatos de qué era lo que consideraban digno de que una cabra de lamiera las plantas de los pies... cuanta imaginación ha desarrollado siempre la justicia!).

La misma cultura de la época que permitió que la gente tuviera ideas propias mucho antes del siglo de las luces y que demuestra que, al fin y al cabo, el bicho humano siempre ha sido curioso y que el pueblo no siempre es esa panda de borregos que se creen cualquier cosa sino que a veces, simplemente, lo mejor es ocultar el conocimiento porque eso de que una cabra de lama los pies no te hace precisamente cosquillas.

Y de ahí a la eterna polémica sobre si realmente las grandes corrientes de pensamiento se las debamos a un tipo que un día se levantó iluminado y escribió algo que a nadie se le había ocurrido o simplemente se limito a escribir la sensación imperante y se llevó el mérito por el simple hecho de tener los medios económicos adecuados... pero ese es otro cantar, vaya, que ahora no me apetece ponerme a relatar porque ahora lo que me da la gana relatar es sobre la piratería...esa que, lo siento, no somos el siglo que la ha inventado.

Puede que este notición le pueda provocar un inmenso desánimo a alguna que otra sociedad general de autores o a algún que otro grupo de autores que se sientan iluminados y llamados a la dura tarea de ilustrar a los borregos... cobrando. Pero resulta que los borregos en cuestión proceden de la misma especie que los iluminados y forma parte de su natura eso tan peculiar como es la curiosidad por el conocimiento, que se acopla la mar de bien al instinto de supervivencia.

A todos nos encanta relatar y abogar por la cultura como solución a los problemas, aunque sigamos siendo tradicionales y sigamos poniéndole precio a la solución. Los autores, por supuesto, quieren cobrar por su creación, porque es suya, su marca, su trabajo... y esto, a día de hoy, es contradictorio porque hasta que no se consiga una base social relativamente culta, la cultura no generará beneficios en ningún sentido... un panadero no tendría trabajo si la gente no come pan no porque no guste sino porque no lo haya probado. Y desgraciadamente, a día de hoy y desde hace unos cuantos siglos, lo que no se tiene en España es dinero y mucho menos para emplearlo en "lujos" y si ir a la opera supone un mínimo de 245€ entonces, señores, la cultura es un "lujo" y uno recurre al "mercado azul" que pueda para seguir alimentando su ansia de conocimiento, llamese este mercado hoy día mula o mantero.

Nos gusta leer cómo, de forma clandestina, se reunían pequeños grupos de personas de la "plebe" con aquellos escritos que pasaban de mano en mano para leerlos, usando para ello al único que sabía leer por aquello de haber pasado demasiado tiempo haciéndole la rosca al párroco de turno... nos emocionan esas historias y nos indigna profundamente que determinados sectores se negaran a facilitar el acceso a libros o que sólo unos pocos pudiesen escuchar algo más que los salmos en la Iglesia. Nos indignamos... nosotros... los que pagamos un canon, los que pedimos hasta créditos para poder estudiar en la universidad pública (y prefiero no hablar de los precios de la privada...) y los que incluso a veces aplaudimos cuando vemos a un grupo de cantantes de medio pelo manifestarse por su derecho a ganar dinero, los mismos que probablemente salgan luego en las revistas pidiendo el derecho de los niños de África a la educación... todo esto sin plantearnos donde estamos dejando el derecho al conocimiento.

Yo, que vivo en cuerpo y alma por y para la cultura, que tengo entre mis sueños poder alcanzar algún día la calidad suficiente como para aportar un granito más a ese espectro que es el conocimiento y el desarrollo cultural y que, cómo la que más, me paso el día gruñendo por no tener eso tan cojonudo que sería cobrar por hacer cultura, creo que debo plantarme aquí y ahora para plantearme, en serio, qué es más importante, la difusión cultural o su comercio y, sin duda, me quedo con lo primero porque a corto plazo que la cultura tenga un precio es un beneficio individual difícil de rechazar... pero si me planteo qué hubiera ocurrido sin esos "mercados azules" o sin los miles de medios usados por los "borregos" para que la cultura se mantuviera y se desarrollara, me quedo sin dudarlo con lo segundo. Así que si ahora nos toca fingir para que un canon no nos arruine ( o una cabra nos lama las plantas de los pies...que todo puede volver!), fingiremos, porque el problema de que no exista un consumo cultural no se arregla poniéndole precio a la cultura.

Y es que resulta que no amanecimos un día siendo Neardenthales y al día siguiente ilustrados.

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