domingo, diciembre 29, 2013

El aborto

Si ahora mismo me dijeran que estoy embarazada, no abortaría. Por la edad, este no es ni el mejor ni el peor de los motivos, es el mío. Ahora mismo me parece un motivo de peso igual que, en su día, si me hubieran preguntado la respuesta, sería distinta, porque era una mujer con circunstancias distintas.
Si me dijeran que estoy embarazada y existen malformaciones en el feto no sé lo que haría. Depende de la malformación pero probablemente abortaría porque ahorrar ese dolor a una futura persona bien vale mi propio dolor. 
Si me violaran, abortaría. Lo antes posible porque si tuviera que mantener al enemigo dentro probablemente, en más de una ocasión, miraría con deseo el cuchillo jamonero. Otras, no lo sé, yo no lo soportaría. 
Si algún familiar abusara sexualmente de mí, abortaría. Y se lo ocultaría porque si abusa de mi sexualmente probablemente lo haga de otras mil formas. Tenga 34 años o 16. Algunas mujeres de 16 años son más maduras en ciertos aspectos por todo lo que nosotras no hemos vivido. 
Si tuviera 16 años y me quedara embarazada en condiciones estándar, abortaría. Por inmadurez, por no poder afrontar la inmensa responsabilidad que supone traer a una futura persona (y no voy a decir niño ni voy a entrar en sensiblerías de mierda, eso que parimos son futuras personas que harán una u otra cosa en la sociedad). Y tendría, además, mi derecho a equivocarme.
Nací en los ochenta. Nosotras, las de los ochentas y posteriores, no hemos tenido que quemar sujetadores ni salir a gritar "nosotras parimos, nosotras decidimos", nos lo dieron hecho. En parte. Algunas cosas las hemos peleado, sobre todo aquellas cercanas, no las de la esfera política. 
La ley del aborto del 85 era ambigua lo que daba bastante margen de acción. Algunos lo llaman un "coladero" para otros ha sido una tabla de salvación. Esa ley era un primer paso, en una época en donde surgían una serie de necesidades a las que había que dar salida. Las leyes, creo yo, primero se crean para luego desarrollarlas en función de las necesidades sociales. Allá por el 85 no había huevos a hacer una ley más abierta y se optó por la ambigüedad con ánimo de que, con el tiempo, lo rancio de este país hubiera mejorado. 
Y aquí estamos, en el 2014 viéndonos obligadas a decir, esta vez en serio, "nosotras parimos, nosotras decidimos". Y digo en serio porque muchas veces esa frase, sin la urgencia de la necesidad, ha sido usada en mi generación a modo de broma, de parodia porque estábamos ya en ese punto, casi, en el que no sólo el debate giraba entorno al aborto sino que iba más allá, cosas del desarrollo, y algunos nos planteábamos los derechos masculinos en el aborto. No en aquellos casos de abuso, violación o abandono. Un desarrollo más complejo. Y cuando estábamos ahí, abordando lo complejo del asunto, volvemos al punto de partida.
Eso cabrea, y mucho. Yo creo que el morbo político ahora está en eso, en cabrearnos, a unos y a otros.
Nos están llevando al punto de vomitarnos las opiniones, de fumarnos lo políticamente correcto, de todo aquello que nos guardábamos por respeto al de al lado porque, más o menos, manteníamos y desarrollábamos una sociedad con una normativa que comenzaba a incluir a todos. 
Volvemos a un debate de los 50 y Europa nos mira, de nuevo, cómo al abuelo senil que dice cosas sin sentido. Se recurre, de forma bastante lamentable, a la dignidad del niño, a que las personas con minusvalías tienen derechos. Oiga usted, no confunda minusvalía con malformación, no me pongan fotos de niños sanos sanísimos porque, aunque mi embarazo fuera normal, lo que se aborta es un embrion y no un niño.Quien quiera tener un niño, con una malformación o sin ella, que lo tenga, que se gane el cielo. Pero a mí que no me obliguen. Tampoco por esto soy una asesina porque, en esa línea de pensamiento, la mujer que decide tener un niño que va a sufrir un infierno todas su vida es una sádica egoísta que usará ese sufrimiento haciéndolo propio para ganar puntos sociales. Con malformación o sin ella.
A esa rabia vomitada me refiero. 
A eso nos están llevando de nuevo.
Para mí, un país moderno es aquel que encarga las reformas a los expertos y deja de usarlas como cortinas de humo o como armas arrojadizas para luego, esta vez si como Herodes, lavarse las manos cuando todos nos odiemos tanto que sólo veamos el mal de el de al lado. 
Mi madre, el otro día, sin venir a cuento, en medio de las noticias lo dijo. Yo no tenía clara la opinión de mi madre en este tema pero siempre pensé que estaba en contra del aborto. Tan de los cincuenta, tan de virgen al altar... pero claro, no pensé que esas cosas siempre las ha querido para ella, y ha respetado siempre nuestras decisiones en nuestras vidas. Así que, decía, pequé catalogándola porque sin más lo resumio en una frase "yo a esta gente no la entiendo, quien quiere ser madre lo es y la que no, pues no. A ser madre nadie puede obligarte". 
Así es, te podrán obligar a parir, a algunas, a las que no recurran a un matasanos o a otro país. Pero no podrán obligar a nadie a ser madre, las obligaran a despreciar una vida, a una persona, que a su vez crecerá despreciando a los demás. 
Durante esta última semana he leído mil opiniones, artículos, reportajes... en fin, yo a veces me pongo pesada con los temas pero, sinceramente, creo que este tema interesa. No tengo hijas pero, si las tuviera, lo que menos me gustaría sería verlas pasar por el infierno que supone no querer ser madre y no poder hacer nada para evitarlo.
Y sí, estoy a favor de una buena educación sexual, de facilitar el acceso a los medios anticonceptivos, del control a través de los servicios sociales de los casos y de las distintas situaciones, del criterio médico (ante todo médico) sobre las situaciones en las que es aconsejable interrumpir el embarazo.. vamos, estoy a favor de demasiadas cosas que en este país no se dan y que considero más urgentes que una ley del aborto que todo lo que va a conseguir es crisparnos.
Y lo dejo, que voy a abortar un huevo o algo para cenar.




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