lunes, febrero 02, 2015

Y se irán...

Enterramos los domingos. Y miramos atrás, con el vértigo que da ver pasar los años tan deprisa cuando sabes que no hay marcha atrás. Ahora son las lágrimas de nuestros padres las que consolamos (nuestros, otros) mientras las nuestras no volvieron a salir de aquel parque en el que pensábamos que aquel drama (nuestros dramas) se escribía con mayúsculas.
Ya no hay parque, ni verano, no hay perros a los que pasear horas infinitas, ni telefonillos a los que llamar y esperar. No esperamos, corremos sin mirar, sin pensar, no sea que encontremos los restos de los que eligieron otros caminos, esos otros que a veces, sólo a veces, desde sus nuevas vidas, también miran atrás.
Aunque nos hemos distanciado, os echo de menos. Mensajes de domingo, y el lunes enterramos. Y es imposible no pararse a recordar,ahora sí, a mirar atrás, aunque de vértigo, y miedo, y una infinita tristeza como si esa parte de nosotros, esa que creía que ser mayor era llegar tarde a casa, se hubiera quedado en ese parque con esas lágrimas, las otras, las nuestras. 
Son las cosas más insignificantes las que nos devuelven frases, ecos, el sonido de la risa,  imágenes de aquellos que ya no somos, los que nunca volveremos a ser. Aquellos que se sentaban en un parque, tiritando de frío y olvidaban que los problemas estaban en casa, porque no éramos nosotros lo que teníamos que encontrar las soluciones.
De todos los recuerdos, siempre serán aquellos. De todas las palabras, las que no llegamos a decir, las que dijimos pensando en otras. De todos los tiempos el mejor siempre será el que pasamos con aquellos que ahora casi son desconocidos, esos desconocidos que son los que mejor conocen nuestros miedos y nuestras ilusiones porque estuvieron en la misma batalla.
Ahora, que nuestros planes y nuestros sueños son otros, enterramos los domingos sin derramar ni una sola lágrima y pensando que quizás todas aquellas primeras veces tampoco fueron tan importantes. Y seguimos, sin mirar atrás, consolando padres y pensando en que todavía, lo peor, vendrá, y esta vez no tendremos un parque al que escapar. 

La foto de aquí



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